martes, febrero 06, 2007

Los aonikenk, cazadores de la estepa

Raza de gigantes

Cuando se habla del pueblo aonikenk, por lo general, se están refiriendo a los llamados tehuelches. Aunque era varios grupos con denominaciones locales, se puede afirmar que todos ellos mantenían origen y tronco común. Sus desplazamientos correspondían a un espacio geográfico bastante vasto y que se limitaba desde las llanuras pampeanas hasta las costas del estrecho de Magallanes. La cordillera de los Andes y las costas atlánticas eran los lados de este imperfecto triángulo continental americano. Las aguas del estrecho interrumpieron en un momento su viaje hacia el confín austral. Al igual que los selk'nam, que no pudieron retroceder hacia el norte, los aonikenk se encontraron con esa barrera de agua que limitó físicamente los extremos americanos. Esta etnia aonikenk corresponde al tipo de los denominados cazadores recolectores de ambientación terrestre. Así los diferenciamos de otras etnias patagónicas y fueguinas que hicieron del mar su razón de la existencia. Los aonikenk mantuvieron sus características como cazadores, de individuos que originalmente de desplazándose a pie, recorrieron las extensiones esteparias patagónicas.

La llegada de la civilización europea impactó fuertemente sus costumbres, pero, es necesario decirlo, fue uno de los pueblos americanos que mejor había comenzado a convivir entre este mundo autóctono y aborigen y el otro mundo, extraño y complejo, que traían los blancos. La incorporación del caballo a sus costumbres de cazadores fue sin duda la mejor respuesta y el mejor intento de adaptación de este extraño mundo del blanco. Este cambio en sus vivencias culturales no cambio eso sí su modo intrínseco de vida, la de continuar siendo cazadores esteparios. No existe gran documentación sobre las características de los aonikenk, cuando comenzaron a contactarse con los primeros europeos. Lo que si no cabe duda es la enorme especulación que se dio a nivel de literatura, expresada en narraciones de viaje, crónicas, mapas, etc., que los europeos construyeron desde la primera vez que los encontraron. Las descripciones sobre sus dimensiones corporales fue una fuente constante, durante varios siglos de especulaciones, donde la imaginación, fantasías y deseos de conmover a la opinión europea fueron utilizadas con fines muchas veces de índoles muy variadas, menos la de entregar una información una información veraz y confiable. Los lectores europeos fueron impactados durante varios siglos sobre las características físicas de los aonikenk, y fue justamente una descripción de un rastro dejado por el pie la que entregó la denominación "patagones", con que popularmente fueron conocidos y motejados. Se hace necesario entonces desandar el camino y escudriñar y analizar con ojos que no quieren asombrar, sino explicar y constatar las reales características de estos cazadores esteparios, como los fueron los aonikenk. Sin duda alguna que el primero que describió a estos individuos de la patagonia continental, o por lo menos cuyos escritos se divulgaron masivamente, y que ha llegado hasta nuestros tiempos , es Antonio Pigafetta.


Esa es, por ejemplo, su obra titulada "Primer viaje en torno al globo" o como también se la tituló "Viaje alrededor del mundo por el caballero Antonio Pigafetta". Viajaba Pigafetta en la expedición de Hernando de Magallanes. El entrega la primera descripción del habitante del habitante de las estepas patagónicas. Su descripción está basada en el primer encuentro entre en aborigen y la expedición de Magallanes, hecho ocurrido en el mes de mayo de 1520. La escuadra de Magallanes había llegado hasta el puerto de San Julián, donde invernaba después de haber soportado violentos temporales, para después continuar viaje hacia el sur en busca de tan codiciado paso que uniera los dos grandes mares del Norte y del Sur, como se conocía el Atlántico y el Pacífico. Fue entonces que, en estos parajes se presentó a los expedicionarios un personaje que, parado sobre la arena de la playa, daba muestras de llamar la atención con una serie de movimientos y voces que Pigafetta describió como cantos y danzas. Este individuo, agrega el cronista, es de estatura gigantesca y al ser observado por la nave capitana, deciden enviar por él con una embarcación. En este primer encuentra se empieza a tejer una serie de especulaciones sobre las características físicas de estos habitantes patagónicos-

Manifiesta Pigafetta que él en persona se encontraba en esos momentos y que la figura del aborigen "era tan grande que nuestra cabeza llegaba apenas a su cintura". Por lo que se tiene a la vista, las primeras descripciones, de las que Pigafetta es el iniciador y divulgador, el hombre patagónico es definido, usando la propia lengua del cronista"… un homo de statura de gigante…".

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