lunes, julio 28, 2008

Jaguar, o lo que esperamos





Si ustedes han visto a un padre ansioso, en la sala de espera de cualquier hospital, encendiendo cigarrillo tras cigarrillo. habitualmente por el lado erróneo, se imaginarán la preocupación que padecen.

Pero si creen que eso es preocupación, echen una ojeada a Vicente Sulieta paseando ante la sala de maternidad. Sulieta no solamente enciende al revés los cigarros con filtro, sino que también los fuma así sin notar la diferencia.

Realmente tiene razones para preocuparse. Todo empezó la última vez que visitaron un zoológico. La última vez, en el sentido más estricto de la frase; Sulieta ya no se acercaría nunca más a uno, jamás, ni tampoco su esposa.

Pero hay algo que debemos explicar, para que puedan entender lo que ocurrió aquella tarde. En sus años mozos, Sulieta fue un ardiente estudiante de magia: de magia real, no de simple prestidigitación de club. Por desdicha, sus ensalmos y encantamientos no le proporcionaban resultado, aunque demostrasen ser muy efectivos en los demás.

A excepción de un encantamiento, uno que le permitía convertir a un ser humano en cualquier animal que escogiera y repitiendo el mismo encantamiento al revés nuevamente en ser humano. Un hombre malvado o vengativo hubiera hecho mal uso de esta habilidad, pero Sulieta no era ninguna de las dos cosas y después de algunos experimentos, con sujetos que se ofrecieron de voluntarios por curiosidad, nunca volvió a practicarlo.

Cuando diez años atrás, a la edad de treinta, se enamoró y contrajo matrimonio, lo empleó una vez más, simplemente para satisfacer la curiosidad de su esposa. Cuando le contó sus habilidades, ella dudó y le retó a probarlas; entonces, él la transformó brevemente un una gata siamesa. Ella le hizo prometer que no usaría nuevamente su habilidad anormal y, desde entonces, Sulieta mantuvo su promesa.

A excepción de aquella vez, la tarde de su visita al zoológico. Caminaban a lo largo de la vereda, sin que hubiera nadie más a la vista, cerca del foso de los jaguares. Buscaron a los animales, pero todos se habían retirado a sus cuevas, para descansar. Fue entonces cuando su esposa se inclinó demasiado sobre la barandilla; perdió el equilibrio y cayó al foso. Milagrosamente no se hizo daño al caer.

Ella se puso en pie, mirando hacia arriba; colocó un dedo sobre sus labios y señaló a la entrada de la cueva. El entendió; ella deseaba que la ayudara, pero en silencio, por temor a que cualquier sonido despertara a los jaguares dormidos. El asintió, y ya se volvía para buscar ayuda, cuando una ahogada exclamación de su esposa hizo mirar de nuevo hacia la jaula, y se percató de que sería demasiado tarde.

Un joven jaguar macho salía de la cueva, gruñendo agresivamente y dirigiéndose hacia ella, preparada para matarla.
Sólo había una cosa que hacer a tiempo para salvar la vida de su esposa, y Vicente Sulieta lo hizo. Los jaguares machos no atacan a sus hembras.

Pero, en cambio, tienen otras ideas. Sulieta permaneció retorciéndose las manos en impotente angustia, mientras se veía forzado a presenciar lo que le ocurría a su esposa en el foso . Después de cierto tiempo, el jaguar volvió a la cueva, y entonces. listo para hacer nuevamente el cambio si volvía a aparecer el macho Sulieta pronunció el encantamiento al revés, para volver a su esposa a su forma original. Le indicó que podía apoyarse en los salientes de las paredes del foso y escalar lo suficiente como para que él pudiera extender su mano y sacarla del horrible antro. En unos minutos, ella estaba a salvo. Demudados y exhaustos, tomaron un taxi para ir a casa. Una vez allí acordaron no volver a mencionar el asunto: no podía haberse hecho otra cosa.

Durante unas semanas no mencionaron el infortunio. Pero entonces... bueno, llevaban diez años de casados y deseaban tener niños, pero éstos no llegaban. Ahora, tres semanas después de tu terrible experiencia en el foso
ella estaba esperando... ¿un niño?

¿Han visto ustedes a un padre impaciente paseando por la sala de espera de un hospital, con el aspecto del hombre más preocupado de la tierra? Entonces consideran a Sulieta, quien ahora pasea y espera. Pero ¿qué espera?

1 comentario:

Neurozero dijo...

jojojo.. historia enferma.

genial.