- He oído un rumor - comentó Xian Wu -, relativo a que usted... - volvió la cabeza y miró a todos los lados para estar completamente seguro de que él y el farmaceuta estaban solos en la farmacia. El farmaceuta era un hombrecillo con aspecto de Ch’un Shu (hombrecillos que supuestamente vivía en lo límites norte del imperio) , su edad podía ser cualquiera entre los cincuenta y los cien años. Estaban solos; pero, de todos modos, Xian Wu bajó la voz - relativo a que usted tiene un veneno que no deja rastro alguno.
El farmaceuta asintió. Salió del mostrador, cerró la puerta principal y se dirigió a una puerta en la parte posterior.
- Estaba a punto de tomar mi Té - explicó - Acompáñeme a tomar una taza.
Xian Wu le siguió a un cuarto en la parte posterior, cubierto por estantes de botellas, desde el piso hasta el techo. El farmaceuta enchufó una tetera eléctrica, trajo dos tazas y las depositó en una mesa que tenía una silla a cada lado. Indicó una a Xian Wu y él tomó asiento en la otra.
- Bien - señaló -, dígame, ¿a quién desea matar y por qué?
- Eso no importa. ¿No es suficiente que le pague por...?
El farmaceuta le interrumpió levantando una mano.
- Sí, importa. Debo estar convencido de que usted merece lo que puedo darle. De otro modo... - se encogió de hombros.
- Muy bien - aceptó Xian Wu. - Se trata de mi mujer. El porqué... - Empezó la larga historia. Antes de llegar al final, la tetera terminó su tarea y el farmaceuta interrumpió brevemente la historia, para servir el Té. Xian Wu concluyó su narración.
- Sí - asintió el pequeño farmaceuta -, ocasionalmente proporciono un veneno que no deja rastro. Lo hago sin coste alguno, si creo que el caso lo requiere. He ayudado a muchos asesinos.
- Bien - urgió Xian Wu -, démelo entonces, por favor.
- Ya lo he hecho - sonrió el farmaceuta -. Para cuando el Té estuvo listo, ya había decidido que usted lo merecía. Como le dije, es sin cargo alguno. Pero el antídoto tiene un precio.
Xian Wu palideció y tomó sus precauciones, no contra las palabras que pronunciara el farmaceuta sino contra la posibilidad de una traición o alguna forma de chantaje. Sacó una ballesta de su alforja.
El farmaceuta rió quedamente.
- No se atreverá a usar eso. ¿Podría encontrar el antídoto - señaló los estantes - entre tantos millares de botellas? ¿O quizá encontraría un veneno más rápido y virulento? Si cree que estoy fanfarroneando, que no está realmente envenenado, dispare entonces. Sabrá la respuesta dentro de tres horas, cuando el veneno empiece a hacer su efecto.
- ¿Cuánto por el antídoto? - gimió Xian Wu.
- Un precio razonable. Después de todo, hay que vivir. Aunque sea un aficionado a evitar asesinatos, no hay razón para no sacar una pequeña ganancia de ello, ¿no cree?
Xian Wu gruñó y bajó la ballesta, pero la dejó al alcance de la mano, mientras sacaba la cartera. Quizá después de conseguir el antídoto podría usarla. Contó monedas.
El farmaceuta no hizo ningún movimiento para cogerlos.
- Otra cosa, para seguridad de su esposa y mía. Escribirá una confesión de sus intenciones: de sus iniciales intenciones de asesinar a su esposa. Entonces me esperará hasta que yo haya regresado de enviársela por correo a un amigo que trabaja en la policía. El la conservará como evidencia, para el caso de que alguna vez decida matar a su esposa. O a mí. Cuando esté el documento en el correo, me sentiré seguro y podré regresar aquí para facilitarle el antídoto. Le daré papel y pluma...Ah, y otra cosa, aunque no sea una exigencia, desde luego. ¿Quiere correr la voz acerca de mi veneno sin rastros por favor? Uno nunca sabe, señor Xian Wu. Quizá la siguiente vida que salve sea la suya.
miércoles, julio 30, 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
ja genial.
nunca me di el tiempo para leer tus otras historias aparte de lo referente a humankind.
Esta y la del mago, an sido la excepcion, las unicas 2 aparte que me he dedicado a leer, y pues bien. son geniales.
saludos.
Publicar un comentario