II
Koj pudo notar que ninguno de sus “poderes” estaba funcionando. No podía escuchar a la materia, y mucho menos contar las gotas de lluvia. Era un alivio, pero también sentía otros flujos de energía en su cabeza… era como si pequeños universos se prendieran y apagaran, cada uno contara una historia, para luego irse con una miserable despedida.
Una inmensa ciudad se levantaba frente a sus ojos, gruesas murallas de diez metros de alto, mantenían fuera a invisibles enemigos. Dos inmensas torres enseñaban cúpulas cobrizas, no parecían salidas de ninguna cultura que Koj pudiese recordar, pero claro, eso no es mucho decir hoy por hoy.
Pájaros extraños adornaban el cielo, mientras el suelo estaba cubierto por un extraño liquen, todo olía a mirra, Mateo dio pasos seguros hacía la puerta.
-Contempla a la Atlántida, al menos una de ellas.
-Pensé que era un mito.
-Lo es, o no, no lo sé. Estamos en ella, es un rincón perdido de la mente humana, representa quienes somos, al menos en esa parte que no hemos perdido…
-Creo que solo hablas para impresionarme, no sabes nada.
Mateo se detuvo, y se puso muy serio:
-Mira niño estúpido, ¿crees que entiendes? Mira la civilización no es más que espuma en un mar oscuro, inseguro, ahora estas metido en medio de esas olas, perdido… te das el lujo de insultarme… te mataría si no supiera que eso te haría un favor. Ahora entrarás sólo, simplemente no mires atrás.
Las calles de la ciudad estaban abandonadas, pero no por eso menos resplandecientes. Sus blancas pareces casi encandilaban los ojos de Koj, las pequeñas ventanas de los hogares no mostraban señales de familia alguna. Para O´Keffe, este era un gran elefante blanco, una triste lágrima en un lugar que no debería existir. Miles de ojos invisibles parecían clavarse en su nuca. ¿Había alguien aquí? ¿O la locura ya había devorado por completo su mente?
La plaza central parecía bastante normal, hasta los juegos infantiles le recordaban a los del viejo Limerick. Esperaba encontrar un palacio, algo que se ajustara más a la fantasía, estaba un poco desilusionado, si eso se podía decir en este lugar.
Uno de los columpios comenzaba a mecerse, sintió que sus poderes podían hacer cosas que antes no, así que lo detuvo.
-Me pregunto que más podré hacer.
Cruzó la pequeña plaza hasta llegar a un pequeño templo. El olor a mirra se hacía más intenso, entonces ella aparecía frente a sus ojos:
-Hola O´Keffe. –Era Liliana, o al menos eso habría creído de estar ahí.
-Morganne… Liliana… pensé… pensé…
-No, no soy Liliana, pero es sorprendente que la recuerdes, eso quiere decir que tu amor era honesto. Escogí esta forma para que pudieses entenderme. Mi nombre simplemente es Caos.
-¿Debo temerte? El caos solo es una variable más.
-No es una mala idea, digo eso de tememrme; pero no estoy aquí para impresionarte Koj. Tu tienes algo mío y yo algo tuyo, estamos vinculados, desde el momento que nacimos, quizás incluso antes que eso.
-No te entiendo.
-Claro que no, aún piensas como un humano, pero ya no lo eres, al menos no en sentido estricto. Verás, tu mente, en sus idas y venidas, a quedado arraigada en mí, debemos hacer un pacto, si es que ambos queremos seguir vivos, o al menos intactos.
-¿Qué clase de pacto?
-Bien, según entiendo, Mateo te esta ayudando a encontrar la salida en los episodios de tu pasado lejano. Él ha hecho un gran esfuerzo, aunque inútil, como ya sabrás. El primer pasado tuyo es blando, suave, pero sin esclavos. Pues, yo puedo darte el don de regresar al torrente temporal, con el fin de que puedas encontrar tu salida, y finalmente romper nuestro vínculo. Verás, tendrás que recorrer una y otra vez tu mente, como a un gran libro si quieres salir, yo te acompañaré, de lo contrario ambos moriremos. Esto dañará más tu mente, y parte de mi se transformará en tus nuevos poderes de Desviante…
-¿Desviante?
-Bueno ya llegaremos a eso, paso a paso. Ahora entra en el templo, busca la piedra. No debes abrir los ojos si sientes que comienzas a moverte. Cuando despiertes habrás olvidado todo, menos nuestro pacto, tu memoria irá y vendrá, pero es la única forma. Tendrás un don mientras dure nuestra unión, no pasará el tiempo sobre tus sienes.
Koj entró en la habitación central del templo, una gran joya en forma de huevo estaba frente a él. Puso su mano sobre ella, entonces un ruido horrible incendió sus oídos. Un dolor inmenso en sus entrañas comenzaba a expandirse por su cuerpo. Entonces supo que estuvo ahí, la joya había estado en el momento que el universo mismo nació, lo que estaba sintiendo era un parto, una fuerza primordial, que ahora recorría por todo su cuerpo. Supo muchos nombres de pasados y presentes, muchos de ellos ya no existen o no existirán. Una fuerza llamada KOJ acababa de nacer.
martes, abril 18, 2006
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