jueves, abril 20, 2006

Koj: y la cosa se pone mas complicada

IV

Habían pasado un par de meses desde que había salido de su confinamiento, no recordaba algunos detalles, pero estaba entero aún, y eso era mucho decir en el momento en que vivía. La costa se habría como la única esperanza de regresar a su África, debía cruzar territorio que por una razón sabía enemigos, llegar a las costas italianas.
Sentía un poco de lástima por los jóvenes que marchaban frente a la bahía, cantaban consignas en llenas de alegría, la guerra y la esperanza son opuestos. Habían quedado atrapados en una guerra que difícilmente iba a tener compasión con ellos. Él mismo era soldado en una guerra, el problema es que ya no tenía un ejército.
Subió al pequeño bote, la mayor parte de la tripulación era griega, de manera que estaba seguro con ellos. El capitán era un viejo afable que no tenía simpatía por Mussolini, de manera que se sentía a salvo.
El mar le traía recuerdos que no lograba enfocar bien.
-Es complicado cruzar el mediterráneo estos días aciagos.-Dijo el pequeño anciano. – Pero no nos preocupemos por eso, te llevaré a destino como quedamos, no debes explicarme nada.
-No tengo que esconder nada.
-Todos escondemos algo, la diferencia esta en el tamaño de lo escondido.
El mar estaba calmo, y el sol seguro en su lugar, estaban listos para salir cuando una anciana gitana se acercó a la embarcación. Un muchacho de trece años estaba con ella, los marineros la ignoraban, pero ella parecía de carácter fuerte.
-¡Dejen al menos que me nieto salga con ustedes! Puede trabajar y nadie le persigue, puedo pagarles lo que pidan.
-No lo llevaremos. – Contestó el contramaestre.
Koj sentía que debía intervenir:
-Vamos dejen que se suba, yo pagaré. Si molesta yo mismo lo arrojaré por la borda.
-Esta bien.
El chico subió, un poco tímido, pero había algo fuerte en él, algo seguro y grande, que incluso hizo que se le erizara los cabellos al genio del caos.
-¿Cuál es tu nombre chico?
-Lázaro, mi nombre es Lázaro señor…
-No te preocupes, sé que huyes, nada te pasará. Debes llegar hasta Casablanca, ahí podrás encontrar amigos, no preguntes como sé eso, pero hazme caso.
El chico demostraba ser útil, algo de él le parecía familiar, su energía quizás, estaba claro que compartían algo.
El relato del niño ilustró a Koj sobre los horrores que ocurrían en oriente, la caza racial y otras monstruosidades. Seguramente sus padres ya no estaban entre los vivos, nadie podía estar seguro de nada estos días.
-Chico, te aseguro que serás dueños de tu futuro.
Lázaro no supo que contestar sólo sonrió y comenzó a hacer algo de música con el mandolín que transportaba, era una agridulce canción que hablaba de las colinas rumanas y un desamado amor. El tema hizo reír a ambos extraños, por unas horas todo fue alegría.
Ya llevaban cinco días en la salina eternidad del mar, entonces una lancha los interceptaba, era alemana. Estaban buscando fugitivos. El hombre que abordó la lancha era delgado, vestía traje de la S.S.
El capitán aseguró que no habían fugitivos en el barco, pero estaba nervioso por llevar al chico. El oficial bajó hasta los camarotes, ahí estaba Koj.
-Me han dicho que estos barcos pescadores están siendo usados para trasportar enemigos del Furher, y sabemos que los italianos no harán bien su trabajo.
-Debe confiar en su gente. – Dijo Koj sonriendo.
-Usted tiene cara de gracioso.
-Lo soy.
El oficial lanzó un bofetada a Koj:
-No juegue conmigo, puede quemarse. Mi nombre es Hans Zeipher, no lo olvide, presiento que le veré otra vez.
-Realmente espero que no, pero si lo hago, nos veremos en fuego.
-Así es.
Lázaro miraba escondido, afortunadamente la boca de Koj le había salvado esta vez, pero habían animales esperando devorarlo en todas partes.
El oficial abandonó el barco, pero no parecía muy seguro de hacerlo.
Mientras se alejaban, el capitán miró a Koj:
-Les dejaré en su destino, sólo espero no tener que pasar por esto otra vez.
-No se preocupe, no volverá a vernos.
Marruecos saludaba valientemente a los viajeros. No parecía afectado por la guerra, aunque claramente ya no era la misma. Los oficiales del lugar eran aliados al eje, pero bajo esa superficie de orden, vibraba una resistencia, Koj sabía que debía dejar al chico con ellos. Quizás podría encontrar un maestro entre los Hijos de la Ceniza, ¿por qué les recordaba? Quizás el caos entendía cosas que él no.
Lázaro se alejaba, él no olvidaría al extraño hombre que le ayudó, este esperaba poder decir lo mismo, pero estaba claro que olvidaría, siempre lo hacía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy wena pero esta n seria la III??? y otra cosa, lazaro aun recuerda a koj=}??