Novela de KOJ, segundo capitulo de la primera parte

II

El banquete era lo más descomunal que había visto en su vida, cada plato era más grande que su cabeza, el aroma que llenaba el aire era mirra, y la música una arcana replica de lo que hacían los viejos druidas de la Bretaña prerromana. Las damas lucían hermosas, todas inalcanzables, incluso las de su edad. ¿Dónde se había visto a un pobre campesino compartir con tales eminencias? Todos eran de la misma Orden, pero hasta ahora, él sólo había visto a un par de personas que realmente tenían poder en las asambleas, y una de esas personas era su padre, y ya no estaba con él.
Un poeta narraba las aventuras de Fergus, pero el chico no dejaba de notar que todas las paredes tenían el mismo número de ladrillos, ¿tendrá que ver con eso de ciencia que parecían repetirle cada dos minutos? Habían muchas preguntas, y no le gustaba estar lejos del Eire, esto iba de mal en peor.
-¿Tienes miedo? – Preguntó la sacerdotisa.
-No, vi la bandera azul, eso quiere decir que es zona neutral, ¿no es así?
-Sí, eres inteligente, pero aún así deberías de sentir algo de miedo. Estamos entre la gente más peligrosa de las islas. – Dijo esto sin mirarlo.- La Orden Esmeralda tiene muchos aliados, pero no los controlamos, y algunos se han entregado al caos de manera más que completa. ¿Vez a ese hombre ahí? Su nombre es Mateo. Se dice que tiene cuatrocientos años, y creo que es verdad. El es el único que ha estado en los pozos del Abismo, y ha salido, el resultado es la inmortalidad, al menos aparente. Pero como te dije esto es ciencia, y todo debe morir un día, como fuese, a perdido sus recuerdos, y sólo tiene pedazos de su historia. Cuando recuerda algo olvida otra cosa, sus poderes se han ido, pero sigue asistiendo a las reuniones, casi por compasión se le deja entrar.
Ambos pasan junto al extraño hombre al que llamaron Mateo. Este los miró con sus vacíos ojos negros. Su barba perfectamente cortada y su traje italiano no escondían su locura, parecía salido de otra época, perdido, pero sin recuerdos.
-Ese hombre que relata las historias se hace llamar Monarca, y lo era, al menos tenía derecho al trono de Luxemburgo. Es un psíquico, puede adivinar lo que piensas, escogió esa historia al leer tu mente. Y ese que vez al fondo, aquel que esta cubierto por una capucha, es a él que debes temer, su nombre es Linquechelle. Él venía a este lugar aún antes de que yo naciera, y no he podido convencer a nadie que se le expulse. Debe de tener un poder muy enraizado en este lugar.
Un hombre muy raro se cruza frente a ellos, viste como un soldado, pero no se podía decir con certeza a que ejército prestaba fidelidad.
-Mi hermosa Morganne, la veo acompañada por un joven apuesto. Se parece al viejo O’Keefe, excepto que aún no tiene la mirada siniestra.
-Este bocón se llama Brone O’Connor, es uno de los miembros de la Orden en Londres. Su misión es mantenernos informados, pero al parecer eso a destruido sus modales. Y sí Brone, este es el hijo de Brian…
-Supe de su muerte, lo siento, de verdad. Las malas noticias vuelan, muchacho debes saber que la muerte sólo es una estadía en el tiempo, nada permanente, déjale el dolor a los supersticiosos.
-Gracias. – Se limitó a decir el chico. Estaba cansado del parlanchín soldado.
-Morganne, debes regresar rápido al cuartel, las cosas no están seguras en este lugar, la Orden se esta replegando, viene una gran guerra. – Dijo Brone cambiando el tono. – No quisiera verte lastimada, aún recuerdo cuando mi palabra valía mucho para ti.
Ella no dijo nada, sólo se acercó al bar para pedir una jarra de cerveza. No había tiempo para escuchar viejos amantes, menos si lo que decía era cierto. Brone prefirió acercarse al nuevo O`Keefe.
-Se ve cansada, ¿no?
-No lo sé, a penas la conocí ayer.
-Ya veo, estás de viajes con la jefa. No es malo para un chico aprender cosas de una dama mayor, yo mismo tuve muchas maestras, ahora le llevo una gran ventaja a mis competidores.
-¿Y qué es lo que haces?
-Como dijo ella, soy un espía, un informante, somos un grupo pequeño, debemos estar atentos a lo que suceda. Hay quien nos da por muertos, ¿sabes? Isahias, el consorte de Morganne, murió recientemente, tu padre era su mejor hombre, ¿qué haremos sin ellos? No lo sé.
Las calles de la ciudad estaban invadidas por esa neblina que tanto mencionaba su padre. Morganne había estado muy silenciosa desde que se había topado con Brone. O’Keefe estaba tranquilo, pero no podía dejar de sentir algo de vértigo, y aún no sabía para que se le había traído.
-Quiero saber algo…
-Dime chico.
-¿Qué hacemos aquí? Si estamos entre enemigos debo rogarle que volvamos a casa, no tengo miedo, pero usted es muy importante…
-Gracias por preocuparte, pero debemos hacer muchas cosas en este lugar, además debo ayudarte con tus sueños, ¿recuerdas? Además me gusta estar contigo, me siento a salvo.
Una mariposa recorrió el estómago de aquel a quien todos llamaban Koj. Las cosas ya no volverían a ser normales para él, lo sabía, ese era el verdadero precio del pasillo de los espejos. Ya no podía confiar en las ilusiones que se proyectaban sobre él.