martes, octubre 30, 2007

Irene: Un poema contra el rigor mortis

Yo sé que mirabas a lo azul y sonreías:
que viste en el cielo una escala:
una larga escala roja por donde subían
doncellas,
altas muchachas, bellas, vestidas de blanco;

en cuyo regazo
anidaba un diamante con facetas de palomas;
que ascendiste por la escala
de nieve y de sueños:
que viajaste directamente al cielo
cuando volvías de Babilonia;
y que tenías el poder de apaciguar la tempestad
con el solo un movimiento de tus manos:
ahora, asomada al barandal del cielo:
¡calmas las tempestades de nuestro corazón!

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