miércoles, octubre 24, 2007

La triste, pero increible historia del niño tortuga y la chica pajaro

III

Entremos en el terreno de la zoología y comparemos estos tres animales, una tortuga, un gorrión y un gusano. La tortuga tiene muchas versiones, carnívoras, vegetarianas, una vez escuché que había un raro tipo de tortuga kosher. Los gorriones siempre comen semillas, bichitos y gusanos, y el gusano que esta en menú de ambos animales, siempre termina comiéndose a ambos, al final de sus días. Tortugas y gorriones, son seres que viven su vida tan intensamente como pueden, los gusanos son cínicos, esto de entender la vida y la muerte, desde una perspectiva estrictamente culinaria les dota de una sabiduría curiosa, algo intrincada de comprender para nosotros, los vertebrados.
De todos los gusanos, Antonin Van Masterberg era el más sarcástico, el más ácido, pero también era el menos preocupado por los asuntos de la vida y la muerte de toda su generación. En la biblioteca de la Universidad de Bajo Raíz, la segunda más grande de todo el universo más conocido, la más grande las librería era la de Um-athor, pero esa no cuenta, porque es mágica y posee todos los libros jamás escritos por humanos y otros seres sensibles, incluso posee libros jamás escritos, o dejados a la mitad, Mark Twain, por ejemplo, duplica su obra en este lugar, Poe, misma historia; pero lamentablemente no estamos en ese lugar, esta es la biblioteca de Bajo Raíz, y tanto Poe como Twain fueron alimento de la especie que ahora se encuentra leyendo los tomos que recogen la historia de la ciudad. Un pasaje menor parecía preocuparle en especial, uno que hablaba sobre una niña que llevaba el espíritu de los pájaros dentro de ella, y un desastre que podría exponer a todo el “Mundo Verdadero”, a una destrucción inmediata. Debía de hablar con los monjes de la torre púrpura de inmediato, no podía dejar pasar otro día.

En la torre púrpura, el hermano Gushon examinaba su portal a las “Tierras Vanas”, como le llamaban al mundo donde los humanos creen ser los únicos seres pensantes, asintientes y contantes, Gushon estaba emocionado, como cualquier otro estudiante que llegaba a Bajo Raíz, el lugar más próximo a aquel reino que muchos otros estudiosos llaman “un asunto de ficción”. Al leer esto pueden creer que todos los habitantes de este mundo están acostumbrados a las maravillas, a las rarezas, pero no es así. Todos los reinos tienen su idiosincrasia, algunos son poblado sólo por seres de la misma raza, como es el caso de Grushon, otros, como Bajo Raíz, son cosmopolitas sofisticados y elegantes, acostumbrados a los seres de todos los rincones del universo, menos a los habitantes del desierto, claro ha sido señalado en las páginas de este tomo.
Cuando Antonin llegó a la torre, estaba agotado, las escaleras no eran adecuadas para otro ser que no fuera el Homo Sapiens, ser al cual maldijo por todo su camino.
-¿Es usted un gusano? – Interrogó Gushon.
-Eres muy observador, ahora dime donde está el Abad, necesito hablar con alguien con más luces.
-Perdón, es que de donde vengo los gusanos no hablan, y son, bueno, más pequeños.
-Esto es Bajo Raíz, acá todo habla, tiene opinión y se siente ofendido, como podría sentirme yo por tu comentario ignorante, petulante y xenófobo.
-Lo siento, otra vez.
-Ya, terminemos esto, ¿el Abad?
-Se murió.
-¿Qué no estaba muerto ya?
-Si, pero se quiso morir otra vez, pero esta vez para siempre, y bueno sólo estoy yo, los demás hermanos están en un seminario sobre animales de las Tierras Vanas. Están muy intrigados con la paradoja del Burro.
-¿Paradoja del Burro? Es un animal y ya, bueno no me llenes con tus verborrea de monje, quiero que veas estos escritos. – Entregó el viejo volumen al joven Gushon, sin esperar muchas respuestas.
Los caracteres le sonaban familiares a Gushon, pero la historia no le era conocida, pero sabía, por los libros religiosos, que este momento podía llegar.
-Esto es una emergencia. – Sentenció Grushon.
-Otro impresionante comentario de tu parte. ¿alguna idea?
-Sólo hablar con el gobierno.
-Impresionante, eres un genio… ¿cuál es tu nombre?
-Grushon.
-Soy Van Masterberg, del sindicato de exploradores.
-Ah.
-No tienes idea de que te hablo.
-No.
-El sindicato se encarga de explorar y entender las tierras vanas, viendo su microcosmos como una forma de entender nuestro mundo. ¿Sabías que ellos creen que su tierra es lo único que existe? ¡Miopes humano idees! ¡Chacales ciegos, todos ellos! ¿Siguen sin entender?
Grushon movió su cabeza afirmativamente.
-Bueno, ¿sabes que existen muchos mundos?
Grushon movió nuevamente su cabeza en afirmación.
-¿Sabes quienes son los habitantes del mundo vano?
-Si, los huérfanos, aquellos hombres que perdieron su conexión con la realidad.
-Así es, de manera general, tienes razón. Los hombres y las mujeres que pueblan el mundo banal creen que son el centro del universo, y eso está bien enloquecerían, pero habrían algunos que amarían venir a este mundo expandir su miope condición a este lugar, sería el fin, ¿no crees?
-No sé. No me molestan tanto.
-Es que tu mismo eres miope.
-Es verdad.
Si es que el monje iba a ser útil a la causa, necesitaba un tratamiento intensivo, mientras ambos seres, excepcionales como les puedes ver, se alejaban en las tinieblas de la ciudad más poblada del continente, ambos mundos giraban en torno a su propio sol, ignorándose mutuamente, como dos hermanos que no se soportan, sin embargo algo suficientemente malo, capaz de romper toda tradición, podía unirlos en un abrazo final. Todos odiamos los finales, ¿no es así?

1 comentario:

SlapFunk dijo...

wn cuatico.....me gusta esta novela...falta el tiempo no más...



ohiga mhijo...llego marzo:)



saludos