viernes, diciembre 29, 2006

Swift: El gran Gulliver

Escritor político y satírico anglo-irlandés, considerado uno de los maestros de la prosa en inglés y de los más apasionados satirizadores de la locura y la arrogancia humanas. Sus numerosos escritos políticos, textos en prosa, cartas y poemas tienen como característica común el uso de un lenguaje efectivo y económico. Nacido en Dublín el 30 de noviembre de 1667, estudió en el Trinity College de dicha ciudad. Obtuvo un empleo en Inglaterra como secretario del diplomático y escritor William Temple, pariente lejano de su madre. Las relaciones con su patrón no fueron especialmente cordiales y, en 1694, el joven Jonathan regresó a Irlanda, donde se ordenó sacerdote. Tras la reconciliación con Temple, volvió a su servicio en 1696. Supervisó la educación de Esther Johnson, hija de la recién enviudada hermana de Temple, y permaneció con el caballero hasta su muerte, en 1699. Durante ese tiempo, Swift, aunque tuvo frecuentes discusiones con su patrón, dispuso de gran cantidad de tiempo para la lectura y la escritura.

Entre sus primeros trabajos en prosa se encuentra La batalla entre los libros antiguos y modernos (1697), una mofa de las discusiones literarias del momento, que trataban de valorar si eran mejores las obras de la antigüedad o las modernas. En esta obra suya, el autor irlandés se puso de parte de los maestros antiguos y, con gran mordacidad, atacó la pedantería y el espíritu escolástico de los escritores de su tiempo. Su Historia de una bañera (1704) es el más divertido y original de sus escritos satíricos. En él, Swift ridiculizó con soberbia ironía varias formas de pedantería y pretenciosidad, especialmente en los terrenos de la religión y la literatura. Este libro despertó serias dudas sobre la ortodoxia religiosa de su autor, y se cree que, a causa del enfado que produjo en la reina Ana Estuardo, perdió sus prerrogativas dentro de la iglesia de Inglaterra. Aunque en teoría era un whig, Swift mantenía importantes diferencias de criterio con sus compañeros de partido. En 1710, subió al poder en Inglaterra el partido tory, y el inconformista autor irlandés se pasó rápidamente a sus filas. Comenzó a dirigir entonces sus ataques contra los whigs, a través de una serie de brillantes textos cortos, asumió la dirección del Examiner, el órgano informativo de los tories, y publicó una gran cantidad de panfletos, en los que defendía abiertamente la política social del gobierno tory. De entre esos textos, el más elocuente e influyente fue El comportamiento de los aliados (1711), en el cual afirmaba que los whigs habían prolongado la Guerra de Sucesión española mirando sólo a sus propios intereses. Este panfleto fue la causa de la dimisión de John Churchill, primer duque de Malborough, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas británicas.

Swift comenzó sus Cartas a Stella en 1710. Stella era el nombre que él utilizaba para dirigirse a Esther Johnson, quien por entonces vivía en Dublín. Esta serie de cartas íntimas, en las que aparecen numerosos vocablos propios del lenguaje infantil, revelan un curioso aspecto de la enigmática personalidad del satirista irlandés. Los especialistas no tienen muy claro cuál era el tipo de relación que existía entre tutor y alumna. Es posible incluso que se hubieran casado en secreto. La otra mujer de la que se tiene noticia en la vida de Swift fue Esther Vanhomrigh, también alumna suya, hija de un comerciante de Dublín de origen holandés, y a la que él llamaba Vanessa, se enamoró perdidamente de su tutor, pero él no correspondió nunca a ese amor. En 1717, fue nombrado deán de la catedral de San Patricio de Dublín. Al año siguiente, el partido tory perdió el poder, y su influencia política desapareció por completo. Entre 1724 y 1725 publicó anónimamente Cartas de Drapier, una serie de apasionados y efectivos panfletos en los que intentaba defender la validez de la moneda irlandesa, y que ocasionaron el fin del permiso otorgado por la corona a un comerciante inglés para acuñar monedas en Irlanda. Por
esta y otras obras en las que apoyaba las reivindicaciones de su pueblo, se convirtió en un héroe entre los nacionalistas irlandeses. Una humilde propuesta (1729), uno de estos textos reivindicativos, incluye una propuesta especialmente irónica, la de que los niños irlandeses pobres podían ser vendidos como carne para mejorar la dieta de los ricos, pues con ello se beneficiarían todos los sectores sociales.

La obra maestra de Swift, Viajes a varios lugares remotos del planeta, titulada popularmente Los viajes de Gulliver, fue publicada como anónimo en 1726 y obtuvo un éxito inmediato. A pesar de que fue concebida originalmente como una sátira, un ataque ácido y alegórico contra la vanidad y la hipocresía de las cortes, los hombres de estado y los partidos políticos de su tiempo, el autor fue añadiendo, durante los seis años que tardó en escribirla, desgarradas reflexiones acerca de la naturaleza humana. Los viajes de Gulliver es, por tanto, una obra salvajemente amarga y, en ocasiones, indecente, una desabrida burla a la sociedad inglesa de su tiempo y por extensión al género humano. Aún así, es una narración tan imaginativa, ingeniosa y sencilla de leer, que el primer libro ha permanecido como un clásico de la literatura infantil.

El cuarto libro, Gulliver en el país de los Huim suele eliminarse de muchas ediciones juveniles por su excesiva mordacidad, ya que en el fondo lo que está planteando Swift es que la compañía de los animales —de los caballos, concretamente— es preferible y más estimulante que la de muchos humanos. Sus últimos años, tras las muertes de Stella y Vanessa, se caracterizaron por una creciente soledad y asomos de demencia. Sufrió frecuentes ataques de vértigo y, tras un largo periodo de decadencia mental, murió, el 19 de octubre de 1745. Fue enterrado en la catedral de la que había sido deán, junto al sepulcro de Stella. Su epitafio, escrito por él mismo en latín, reza: "Aquí yace el cuerpo de Jonathan Swift, D., deán de esta catedral, en un lugar en que la ardiente indignación no puede ya lacerar su corazón. Ve, viajero, e intenta imitar a un hombre que fue un irreductible defensor de la libertad"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Admirable, simplemente.

No se me ocurre un adjetivo más concreto ni menos acertado. Fue un gran hombre. Ve e imitad.

Saludos!