miércoles, noviembre 28, 2007

La Triste pero.... Episodio XVI

XVI

Una voz recorría el universo completo, y sólo una voz le estaba dando sentido en ese momento. Esa voz pertenecía a Alex, al menos a una parte de él, se levantaba valiente, y dejando sordos a todos aquellos capaces de oír, la otra parte, se había doblado sobre sus rodillas y sentía como una piedra que estaba viva, que latía, que sonreía de una forma oscura, dejaba de hacerlo. Había apagado ese switch, bueno nunca había estado encendido del todo.
Antonin pudo sentir el pulso de Alex apagándose, el chico moría, como todos, pero algo más rápido, quizás era lo único en que era más veloz que el resto. ¿Pero qué debía hacerse? ¿Qué hacen los héroes? O peor, ¿qué hacen los hombres? Grushon sí sabía que hacer y comenzaba un tratamiento, había preparado una infusión, quizás no servía para una enfermedad crónica como la del niño tortuga, pero sí servía para hacerse cargo de la situación. Antonin entendía bien que eso era más de lo que él mismo estaba haciendo.
Miren, hemos hablado de los machos Alfa y de los Omega, pero ninguna de esas categorías le servía al señor Van Masterberg, pues él se encontraba en otra. El macho Beta. Estos, a diferencia del Alfa, no salvan el día, enfrentan grandes enemigos o toman entre sus brazos (si es que los tienen) a la chica dorada; tampoco son perros falderos, arrastrados y oportunistas como los Omega. Los Beta tienen una herramienta distinta para luchar en este mundo, y esa habilidad especial recibe el nombre de sarcasmo. Así es, con esta secreta arma, pueden asumir situaciones tremendamente peliagudas, enfrentar seres mucho más dotados, ya sea de fuerza o inteligencia; todo esto sin asumir compromisos, poner su nombre en la línea, ni sacrificar casi nada, el verdadero problema de los Beta estaba en esa palabra, casi. El oficio de Beta era uno solitario, pues no puedes realmente involucrarte en nada, le temes a los Alfas y te ríes de los Omegas. Antonin era bueno en ambas cosas, se reía de Grushon y su inocencia, pero temía a Kilim, así como temía a su tío, a las autoridades de la Liga de Exploradores y sobre todo, le temía a meterse en problemas, pero ya era tarde para ello.
Grushon, por otro lado no tenía tiempo para esas reflexiones, la vida en el monasterio, le había enseñado disciplina, a actuar y apagar el ruido mental, había adquirido un cariño por Alex y no dejaría que este se le fuera de las manos. Quería reclutarlo para su orden, un hombre con su capacidad de soñar, y configurar nuevos mundos era lo que necesitaban, al menos desde la muerte del Abad, mejor dicho la re muerte del Abad. Pero dejando esas reflexiones aparte, Grushon era de aquellos que hacían el bien aún en contra de su propio bien. Era una condena muy feliz para un creyente.
El tratamiento funcionaba, Alex respiraba en paz, dormía, pero respiraba. Un sondeo mental del buen gusano, reveló que sus ondas estaban en paz después de un ejercicio descomunal, pero aún así, se estaban desintegrando en éter, como si se perdieran en el vacio.
-Este chico supera mi poder, con mucho, es una pena que este mueriendo, la Liga hubiese hecho maravillas con él. – Dijo Antonin aclarando lo obvio, este chico no era ni siquiera parte del mismo universo que sus camaradas, y a excepción del filosofo, todo el que lo conociera ya lo sabía.
Grushon permaneció en silencio, no es que no se le hubiese ocurrido una respuesta, sólo que no quería decirla, ¿qué sentido tiene pelear? Desde que estaban en este lugar no había hecho absolutamente nada bien, al menos así lo entendía él. Así que dejó descansar al chico, puso su cabeza en la ventana y se concentró en una visión, el primer monasterio, en las Puertas Plateadas. Había en él tres ordenes de sacerdotes, monjes guerreros, magos y misceláneos, él había quedado entre estos, pues no tenía la cabeza para estudiar como un mago (muy diferente a un hechicero), y la violencia lo asustaba, era justo el hombre que NO se necesitaba en ninguna parte. Al menos, eso era lo que quería escucharse decir.

Choa era muchas cosas, para sobrevivir los días de guerra, peste y exterminio, también había hecho cosas que no le definían. Pero una cosa jamás había sido un desagradecido, la persona o entidad que le había salvado dejó un rastro atómico claro, que podía seguir hasta un novato, el problema es que el novato tenía energía para crear un portal y él no.
Había una sola manera y la usaría, pues el valor ya se lo había regalado. Quitó la máscara de los enchufes, dejando cables y tornillos al aire. La descarga eléctrica le llenaría al menos con el poder para llegar hasta un punto cercano a su salvador, a menos que hubiese que cruzar la galaxia, lo que probablemente le tomaría un par de días. La descarga comenzó a recorrer su piel, quemando poros, bellos y parte de su carrocería. Pero en cuanto pudo abrió un pozo en el éter, era medianamente grande, okay, quizás al otro lado podría encontrar más respuestas a lo que preguntaba su sentido común hace ya un tiempo.
La pieza se azotó como un avió perdiendo presión, papeles volaban. Anonin se colocaba en la única posición de ataque que conocía, es decir, escondiéndose. Grushon protegía a Alex. Cuando Choa se hizo corpóreo frente a sus anfitriones. Alex, sin abrir los ojos, se despertaba y esbozó una sonrisa:
-Choa, es hora de trabajar.
Las miradas ahora se clavaban en el hace unos segundos muerto Alex, así estaban funcionando las cosas para nuestros impresionantes héroes, no era el momento para últimas palabras.

martes, noviembre 27, 2007

Arcade Fire

Estando hoy parado frente al blog de Alica, me puse a escuchar a Arcade Fire, y a escucar lo que dicen, me pareció notable el poder hablar, el poder luchar, aunque sea si quieres decir lol o poto.

Las señoras que escribieron en el post de mi novela me hicieron pensar, en que realmente no debo molestarme con ellas, pero tampoco debo explicar quien soy, sería una mentira, y si bien inventar cosas es muy entretenido, mentir es fomísimo, super sólo. En este Blog verdan verdad, quizás una que no le interesa a todos, pero es chiquita y mía.

Para ver más cosas de Alicia, su nueva casa es http://www.aliciavampiro.cl/







lunes, noviembre 26, 2007

La Novela sigue. Capitulo dedicado a los amigos que no estan

XV


En un departamento pequeño, donde la luz entraba por este, y sólo después de las cinco de la tarde, en verano, Choa, un Transportador, antiguo empresario de taxis dimensionales y uno de los últimos de su raza, era amenazado por una chica enferma y armada con una espátula. En su vida había sido amedrentado con muchas cosas, pero la espátula era con mucho, lo más original que habían usado, al menos hasta el día de hoy. La chica le daba frente, estaba furiosa, su poder ardía dentro de ella. Choa sabía que debía cuidarse.
-Bueno usted no me conoce, pero en general soy considerado un buen hombre. – Dijo protegiendo su rostro. – Sé que fue imprudente quedarme junto a usted, pero tenía que asegurarme que la realidad no se doblara más, corría peligro.
Un espatulaso se fue a dar al rostro del hombre, ella no podía ver que ayuda podía darle un ser jorobado, de tez amarillenta y con una voz hueca, profunda.
-¿Qué me hiciste?
-¿De qué?
-Eso, me drogaste.
Choa estaba asustado, su raza había sido esclava de muchas otras por el tiempo suficiente para saber que aunque haya hecho bien, podría recibir castigo; el castigo era lo que el poderoso necesita aplicar para entender el mundo y no perder la vista del horizonte. Aunque esta chica distaba de ser un tirano amo, como los que habitaban las tierras de Choa, sabía que debía de tener cuidado.
-Yo la encontré, y la traje, no se asuste, soy feo, pero no malo
Gabriela no se relajaba.
-Miré usted y yo somos del mismo lugar, no exactamente del mismo lugar… pero no somos de este mundo. Verá al parecer usted sufre de un proceso de metamorfosis, algo en usted cambia, y lo que toca comienza a sufrir ese mismo cambio, verá, según mi experiencia, necesita ayuda urgente, antes de que salga lastimada o lastime a alguien más.
Gabriela soltó otro latigazo de su espátula, está vez si le dolió a su víctima, algo en ella se sintió muy bien con eso. Y arremetió una vez más, Choa estaba acorralado contra puerta de salida.
-Es verdad, vi el lugar donde fue, vi a los pájaros. Kilim la está buscando, yo creo que el cree que usted tiene algo suyo. Algo que quiere, pero esta esperando, si ese momento llega y usted no tiene defensa, podrá sufrir el destino que otros antes de nosotros han tenido.
Choa sintió como si un hierro caliente traspasara su espalda, este hierro se movió unos centímetros, luego ya no sintió nada, pensó quizás un segundo, o menos, en los hijos de su hermana, allá en el campamento de refugiados, luego pensó en que hubiese sido mejor dejar que la chica se hubiese ahogado en su sueño cósmico.
El pequeño charco de sangre horrorizó a nuestra chica pájaro, devolviéndole su humanidad, ella no quería lastimar tanto a la criatura, herirla hubiese sido suficiente. Pero su salvador se revelaría en plenitud, unas décimas de segundos tras el homicidio. Montegrande, con una navaja ensangrentada sonreía victorioso.
-Tranquila ya todo pasó. – Dijo con una voz que ya no parecía la suya.
-¿Qué pasó?
-Era un asesino, un vago desquiciado. Debemos salir de aquí, antes de que lleguen los mirones.
Montegrande tomó a la chica por la cintura, ella no pudo, ni quiso decir nada. Se sentía lejana de todo lo ocurrido, como si su vida ya le hubiese sido entregada a otras personas. ¿Debía estar agradecida, asustada, horrorizada con el crimen? ¿Era un crimen matar a una criatura así? ¿Era humano o una cosa? Ambos héroes se perdieron en las escaleras, dejando al sol meterse despacio, y juntarse con una sangre tan rara, que la misma tierra lloraba.

Los caminos para llegar a Muerte no son muy largos, los que siguen, bueno son otra historia, Choa había viajado por todo el universo, por muchos mundos esfera, incluso había distribuido mercancía en los reinos del sueño, pero nunca había aparecido en un lugar así, tan pesado, sabía que su poder no serviría aquí, bueno quizás en ningún lado. Había escuchado leyendas del otro lado, incluso recordó una oración: “Señora de los caminos, que tu mirada sea prístina el día de hoy…” Su abuela, antes de la plaga se la había enseñado, ahora le hizo un poco de gracia, no había justicia, ni honor en su muerte. Era injusta, era cruel. Toda muerte tenía esos elementos, pero esta le parecía especialmente mal, quizás porque era la suya.
-Hola, ¿tú nombre? – Dijo Muerte apoyando su peso en la guadaña que portaba.
-Chua.
-Un Transportador, es una pena cuando quedan tan poco, es como si matara a los últimos pájaros Dodos.
-Los pájaros Dodos están muertos.
-Eso crees tú. Son aves muy astutas, no han muerto, sólo se hicieron invisibles, ¿qué te parece?
-Excelente para un ave que todos creen estúpida.
-Si, ese es su otro poder, verás los Dodos son pájaros intelectuales, con una capacidad de charlar increíbles, un poco pomposos sí, sus ciudades son modelos ecológicos impresionantes.
-Muy bien. Dejemos eso, estoy muerto. ¿Qué pasa ahora?
-Veo que estás apurado, pues me parece bien, hombre de prisa. Debes seguir adelante, no te salgas del camino, y recuerda comprar recuerdos en el stand de las muertes. Y dona algo de dinero, verás, hacemos una colecta todos los años para ayudar a los huérfanos que creamos.
-Bromeas.
-Sí.
Choa miró el suelo, quiso decir algo más. Muerte puso su mano sobre el hombro del viejo Transportador, este sintió un pequeño escalofrío.
-Los hombres buenos como tú no deben temerme. – Dijo ella sonriendo.
Choa cerraba sus ojos para siempre, como lo dice su tradición, entonces escuchó una voz casi infantil pero grave:
-Sabes, aún puedes irte.
Muerte dio dos pasos atrás.
-Bueno, nos veremos después, espero que todo salga muy bien, y por favor, no cambies.

viernes, noviembre 23, 2007

La Novela: ¡Qué entre la muerte!

Nuevos ojos para una vieja muerte, la novela sigue, gracias chicos, han sido muy buenos conmigo.

XIV

En un cruce de caminos, no muy lejos de ningún lugar, aquella a quien simplemente llamaban Muerte, miraba su reloj, eran tiempos extraños, la gente iba y venía de su reino, algunos muertos, ni siquiera llegaban a verla y se quedaban amarrados a lugares, o a demonios que servían de infiernos andantes, pero solamente pasaba eso si firmabas un trato sin leer las letras pequeñas.
Como dijimos, debes llamarla solamente Muerte, pero no era la única que ostentaba ese nombre, ni siquiera era la que tenía el grupo más grande de personas a su cargo, pero se podía decir que tenía el territorio más interesante de todos a su cargo, los mundos esferas eran lo suyo, lugares peculiares, con gente cómica, con extrañas ideas de cómo la muerte debía ser y donde debía de conducir. La verdad es que a todos les pasaba lo mismo, debían llegar a este punto, y caminar por sus propios medios a donde les tocara. ¿Dónde era eso? Pues ella no sabía, ni le interesaba, Bajo Raíz tenía muchos no muertos en sus calles, pero no eran suyos, eran diferentes, habían sido afectados por una rara enfermedad que les permitía no respirar, no envejecer, pero no estaban muertos, no de verdad. ¿Las razones de eso? Pues es materia para otro libro, pero digamos que ella no tenía nada que ver con eso, tampoco tenía mucho que ver con los dioses, pero se había llevado ya a unos pocos, en los mundos esferas, y fuera de ellos. Una vez tuvo que tomar a un dios de la muerte, fue algo gracioso y triste a la vez, ¿cómo le dices a un dios de la muerte que esta muerto? Bueno había que hacerlo y cuando eso ocurría el berrinche no era poco, Anubis había sido el último de esos casos, pobre cachorro.
-¿Cómo muere un dios? – Preguntaba ignorando su propio fin.
-Pues cuando muere el último de tus creyentes.
-Pero la gente aún sabe de mi existencia.
-Sí, pero se necesita fe, eso es lo que buscan los dioses, mira, ¿a cuantos podrías decirles, mata a tu hijo? ¿Cuántos contestarían, “a que hora”?
El silencio reinó el camino de Anubis hacía el olvido que Muerte le estaba ofreciendo. Algo similar ocurría con los demonios, pero a veces se ponían agresivos, razón por la que aún tenía su guadaña, una chica debe saber defender su honor.
Hoy era un día tranquilo, no más muertos fuera de lo común. se pintaba las uñas con un plumón de pizarra, había que honrar el cargo, al menos lucir como el cliente creía y eso había cambiado mucho, primero usaba un disfraz de huesos y una guadaña, bueno aún usaba la guadaña, uno se acostumbra. Durante un tiempo fue hombre, y juzgaba a la gente desde su escritorio, simulando papeleo, pero eso no duró. Desde un tiempo a la fecha la cultura popular le obligaba a tener cierta elegancia, algo de chica gótica, debía de estar puesto en el personaje, legado de los noventa. Pero mucha gente esperaba muchas cosas, y siempre había una persona insatisfecha. Como fuese, era una dama y su sentido estético, era perfecto, al menos eso creía, mientras seguía con su pintada de uñas.
Lejos en los caminos adyacentes a la Muerte (sí, ella también es un lugar), una triste figura avanzaba. Su cuerpo estaba en llamas, pero se lograba ver una armadura con los colores de Bajo Raíz, azules, negros y dorados. El ser que ardía era el Coronel Ashamal Canasto III, antiguo jefe de la guardia, actualmente sirviendo a la Liga de Exploradores en el reino de bolsillo llamado Yamartha. Este era un pequeño reino donde los humanos dejaban sus sueños, especialmente esos que olvidaban en la mañana, este era un lugar adherido a la esfera llamada Tierra. Bajo Raíz tenía mucho interés en él, pues se sabía bien que algunos seres de las esferas podían cruzar dimensiones cuando cruzaban Yamartha, lo que era a la vez un desafío y un peligro para los habitantes de la ciudad. ¿Quién había sido el asesino? Al principio fue confuso, las llamas se extendían por el cuartel, lo que era fácil de predecir, ya que era de madera. Luego vio una figura que conocía sólo por los libros clásicos, Kilim, no podía recordar dios de que cosa era, pero si le recordaba de una manera u otra, a la floricultura. Los soldados pelearon fuertemente, pero él venía por el militar, no por los conscriptos.
La Liga ya estaba advertida de estos ataques, Antonin había notificado a sus jefes, pero nunca pensaron en que los reinos paralelos también serían atacados, al parecer esta era una emergencia real, y no sólo el sueño febril de intelectuales y monjes.
El llameante hombre se paró frente a Muerte y sólo le dijo:
-¿Esto es todo? Es decir, me enfrenté a ti tantas veces, luché contra dragones del este, y vi como mis compañeros morían en las Puertas de Plata cuando nos atacaron los Carpacios, fui el héroe de mil batallas ¿y sólo tengo esto?
-Pues sí.
-Pensé que me dirías alguna frase, “Bienvenido a tu Destino” o algo así, supongo que ni eso tendré, ¿deshonré a mi familia? ¿el nombre de mi padre?
Muerte hizo un gesto de compasión, y apagó las llamas del hombre, que volvía a lucir como en sus días de gloria:
- Nadie debe sufrir cuando cruza por estos caminos, si es dolor lo que debes encontrar, bueno lo encontrarás, independiente de cómo hayas muerto, has sido un digno hijo de la familia Canasta, cuando naciste fuiste la alegría de tu padre, al vivir amaste, y entregaste lo que tenías para entregar. Tus hijos llevarán tu nombre orgullosos, pero acércate, déjame ver tu rostro.
Algo dentro del hombre se sintió aliviado, no era la primera vez.
-¿Sabes lo que pasa al otro lado?
-Un día lo sabré, ¿no es así?
Ashamal Canasto III entró en los caminos que rodean la vida. Sólo una cosa pasaba por su cabeza en ese momento, “espero que los dioses puedan morir”.
Muerte le vio alejarse, dos personas más con la misma carga llegaron ese día, uno era una bailarina exótica, que había encontrado a Kilim en su camino de regreso a casa, y la otra era un viejo fugitivo de Bajo Raíz, un ladrón simplemente conocido como el caracol. ¿Qué clase de nombre para un ladrón era ese? Este era un mundo particularmente irónico, si es que uno podía darse el tiempo de verlo pasar, y eso era lo que Muerte pretendía hacer, hasta el final de sus días.

jueves, noviembre 22, 2007

Death Letter

Más tarde subiré la parte correspondiente a la novela, no estoy en mi computador. Pienso en esta canción hoy, hay pocos blues que se mantengan siemore dignos con más de 100 años de edad, Death Leatter era vieja en los años 20 cuando Son House la hizo popular, los White Stripes la tocan en una versión fuerte, interesante, por estos días. Afinando la guitarra en re, slide... en fin, los dejo por un rato, soy un chico tortuga.




miércoles, noviembre 21, 2007

Una de taza café más por favor... no es para mi, es para el camino.

El ojo derecho dice que no quiere seguir frente al computador, el izquierdo dice que quiere saber como lo hará para hacer clases hoy.

Es el momento preciso para una revelación mística de mano de la taza de café... escuchaba esta canción, de Dylan, del disco Desire, quise buscar otra versión para ponerla acá, encontré la del buena amigo nuestro, Jack White con el señor Dylan, no me invitaron a tocar.

Nos vemos chicos, lean la novela, es para ustedes, y ven www.aliciavampiro.cl



Episodio XIII de la Novela

Este nació de pensar en la traición.


XIII



Antonin veía como Montegrande se desmayaba por tercera vez. Grushon preparaba sales reanimantes en la cocina, mientras Alex se quedaba mirando la escena, sintiendo algo de culpa por ver a su amigo tirado. Claro que se sentía responsable por su condición, pero no lo suficiente para intentar animarlo el mismo.
-Este tipo es un gran vacío. – Dijo Antonin después de intentar reanimarlo telepáticamente. – No tiene sentido que siga viviendo, yo lo mataría para que no sufra.
-No matarás a nadie. – Interrumpió Alex. – No es necesario, dejen que duerma, le explicaré con calma, ahora por favor, traten de dormir, mañana será un día duro.
-Así son todos desde que llegamos a este lugar. – Siguió Grushon, quien estaba algo confundido, sobre todo por la capacidad de desmayo que mostraban algunos hombres.
Cuando Montegrande despertó, sólo vio a su amigo, algo más barbudo y despeinado, pero era su amigo, no un enorme gusano parlante.
-Tuve un terrible sueño.
-Sabes, antes de que me lo cuentes, toma un té y estas pastillas… por favor.
Mientras Alex soltaba palabras, que a un neófito podrían sonar tan raras, como: “hey, hay un dragón en tu jardín” o “una hidra se comió tu perro” . Montegrande soltaba pequeñas rizas nerviosas, luego temor, y la incredulidad protectora, que se hacía pequeña, y cada vez más inútil. Finalmente Antonin debió mostrarse nuevamente para que el hombre creyese el cuento que se le relataba, Habían elementos que se le iban, pero tenía claro tres cosas: 1. Todo se iba a ir al carajo. 2. Esta es una esfera, el universo es una cosa viva que esta en otro lado. 3. Un dios con cara de pájaro era el enemigo, y teníamos para combatirlo, un gusano y un chico tortuga. Impresionante como podía ser toda esa narración, le parecía tan estúpida, que debía de creerla, al menos en parte, después de todo el buen y retórico gusano, parecía ser alguien de confiar, al menos para un invertebrado, no es que hubiese hablado con muchos, pero un gusano era más que una ameba, y menos que un hombre, eso y su propia condición de macho Omega, lo hizo comenzar a relajarse.

Antonin no confiaba en ningún mortal sin alma, pero no podía insistir con eso de matarlo, no con un monje y su amigo, como aliados, claramente sería un estorbo, o peor que eso. ¿Qué más podía hacer? ¿Cruzarse de brazos? Claro, de haberlos tenido. Esperaba firmemente que al menos, teniendo al tipo lejos de Gabriela, ella podría recuperar fuerzas, y salir de la depresión en la que su presencia la tenía sumergida, eso si es que Kilim no la tenía ya en su poder, lo cual sería un fracaso mayúsculo para todos.
-Alex. – Dijo Montegrande. – Eres contagioso, ahora has hecho que todos enloquezcan al igual que tú.
-Es posible, también es posible que esto sólo sea un sueño de un chico enfermo, un chico de trece años tirado en un maizal, mientras sufre un ataque cardiaco; pero también puede que sea verdad, y que confíes en mí. Duerme aquí hoy, mañana tenemos que buscar a la Chica Pájaro, antes de que el demonio lo haga.
Impresionado por esas palabras, Montegrande simplemente mantuvo silencio. Alex estaba cambiando, eso estaba claro, hasta hace una semana, jamás hubiese dicho una frase tan larga fuera de clases, ahora sentía un extraño fuego en el pecho, que al mismo tiempo le permitía concentrarse en los hechos, y le estaba matando. Podía sentir sombras cerca de la escena, quizás era Kilim, u otra cosa, pero no quiso hablar, los actores de esta obra ya estaban muy nerviosos como para soltar otra bomba. Así que simplemente dejó que todos durmieran, incluyendo su impresionado amigo. Él simplemente cerró los ojos, y contó las ciudades que se le aparecían, su población, sus razas, el suelo. Pudo pensar en cien especies de animales distintas, incluyendo dos variedades de hipogrifos y tres de unicornio. Su mente se hundió en cavernas enormes, donde orcos despiadados explotaban a frágiles gnomos esclavizados, pudo ver bastos imperios, que hacían ver a Bajo Raíz como un pequeño pueblo. Pudo ver una gran torre escarlata, donde un mago, cuyo nombre no pudo oír bien, preparaba la fórmula perfecta para evitar la caída del cabello. También pudo ver a un ejército de no muertos avanzando contra otro equivalente de criaturas mecánicas, vio al sol rojizo posarse sobre las montañas del desierto, pudo ver a Barak, y pudo ver un altar ensangrentado, eran los preparativos de un gran sacrificio. También pudo ver a Gabriela, cuyas manos eran cogidas por un ser llamado Choa, cuya presencia ya había advertido, también pudo ver la sangre de un inocente correr a las orillas de un canal de regadío, a no más de dos horas de ese lugar. Todo esto era sorprendente, había comenzado a dejar su caparazón, o era que la tortuga había aprendido a nadar. Todo lo que podía oír, y cada elemento superaba al otro. Abrió los ojos, y pudo ver como Montegrande se escabullía, escapando por la puerta, casi sin hacer ruido, era una traición pequeña por ahora, pero sabía que vendrían más y mucho más grandes, muy dentro suyo, ya se había despedido de su amigo, así que simplemente siguió soñando, con cosas que ni siquiera pueden ser descritas por este lápiz.

El Decano estaba en las sombras, al otro lado de la calle, su paso era más ligero que el del joven fugitivo. Pudo leer algo de arrepentimiento, culpa, pero sobre todo la certeza de que si se quedaba con ese grupo de perdedores, moriría, o peor que eso, terminaría como ellos, solo, deforme y hablando estupideces.
Kilim estaba en lo cierto sobre usar al chico, el Decano también lo sabía. Los machos Omegas necesitan estar junto a los más fuertes, ladran de atrás, y si ven caer al más fuerte, sólo lo cambiarán por otro.
-Montegrande – Dijo en voz alta, pero sin gritar – supongo que ahora estarás interesado en hacer un trato.
La mirada del chico se clavó en la calva cabeza del decano y en sus ojos, rojizos por la falta de sueño, suspiró por un momento y pensó en sus posibilidades, cuando descartó la posibilidad de una respuesta física, simplemente dijo:
-¿No podías escoger otro cuerpo?
Todo fue silencio esa noche, incluso para ser un lunes en la madrugada, el traidor nunca canta canciones, ni hacen poemas pidiendo perdón, son los traicionados que inventan letras de dolor, que sienten culpa por su estupidez, eso lo saben todos.

martes, noviembre 20, 2007

La Triste, pero Increible Historia del Niño Tortuga y la Chica Pájaro

El episodio XII, un rato para pensar sobre la masculinidad.



XII


Pensemos en dos tipos distintos de machos, los que podemos encontrar en casi toda especie de mamíferos. Un extremo de la cuerda esta ocupado por los Machos Alfa, aquellos que mataban al mamut, conquistaban civilizaciones, robaban a las mujeres del enemigo, y volvían a sus mujeres, generalmente las más bellas de la tribu, otro extremo, muy diferente, era el que ocupan los machos Omega, los últimos de la cuerda. Ahí donde el Alfa usaba su exceso de testosterona, el Omega debía usar su imaginación, un artilugio que debía usar muy a menudo para salvar su pellejo. Cuando el macho Alfa parte a la guerra, muchas veces moría, el Omega se sentaba junto a las dolientes, a escuchar sus penas, finalmente juntos se quedaban y formaban una nueva familia. Otras veces los Omega, tenían problemas físicos, graves y simplemente morían; pero aquellos que lograban vivir y eran astutos como para sobrevivir a los Alfas, los Beta y toda la numeración, pues lograban conquistar el poder. El mundo moderno era movido por los Omega, hace tiempo que ningún personaje realmente importante venía del mundo de los Alfas. El más grave problema de los Omegas, es que esa imaginación que les permitía buscar métodos para permanecer vivos, también les traía consecuencias, cuando llegaba la comodidad, esa imaginación se transformaba en tres grandes peligros, paranoia, hipocondría, y autoengaño, es por eso que todo Omega, que se sepa tal, debe evitar los peligros de la comodidad.
Entre los Omega más famosos del universo estaba el Sheik Barak el Blanco. Último gran emperador de los Tugereb. Dejen que hable de él, justo y como ha sido hecho con los demás jugadores de esta pequeña historia.
Cuando Hago, el poderoso, último macho Alfa de la familia Mano de Cristal, levantó un ejército de doscientos hombres, cincuenta mastodontes lanudos, treinta perros de caza y dos zorros con rabia; con la finalidad de vencer al ejército de Bajo Raíz, Barak sabía que estaba presenciando un acto suicida. La batalla duró sólo dos horas, y ni los zorros rabiosos, ni los mastodontes salvaron al glorioso príncipe. Las murallas de Bajo Raíz estaban custodiadas por más del doble de hombres, sin contar magos, sacerdotes, maquinaría de guerra (terrestre, aérea y marina, esta última sumamente inútil en el desierto, pero impresionante). Desde ese nefasto acto de valor, o de estupidez, Barak ocupaba el primer puesto entre su tribu. Desde ese entonces había tomado importantes decisiones, como remodelar el único muelle que controlaban, poner un impuesto extra a los vendedores de carne seca, y crear una festividad extra, el Día de la Gran Batalla, para honrar a su hermano. Día que no era realmente tomado en serio por nadie, a excepción de los importadores de bebidas alcohólicas, que duplicaban sus ventas en dicha fecha. Como comprenderán, esto era un campo fértil para que la mente de un macho Omega comenzara a desvariar.
Primero fue el encierro, que lo alejó del pueblo, luego las voces que le atormentaban, mostrando conspiraciones donde no las había. Fue una de esas voces que le dijo que persiguiera a una niña humana recién nacida, la hija de un pastor, que debió huir al seno del desierto profundo, al menos eso creía él, hasta que hace poco menos de un año, la voz apareció otra vez, pero con un cuerpo físico, era Kilim, un viejo dios, del cual realmente no sabía nada:
-He venido a ti por segunda vez.
El Sheik, llevado por su instinto de supervivencia, se arrodilló frente a la aparición, comenzando mil rezos, ninguno, claramente, dedicado a él.
-Quiero que sepas, que dentro de un tiempo he de volver y te traeré un sacrificio humano, la niña que fracasaste en cazar hace unos años, tendrás que llevarla al altar de Kurduk, ahí se entregará voluntariamente a tu cuchillo, y la profecía será cumplida…
-Si, bueno, verás… no tengo problemas con el pedido, pero explícame una cosa, ¿qué se supone que gano yo con todo esto?
-El honor de servirme.
-¿Puedes pensar en algo mejor? Digo, hay más de cincuenta dioses ahí afuera, no puedo hacer lo que todos me pidan.
-Es verdad, déjame pensar. ¿Eres rico?
-Mucho.
-Descartemos el dinero, ya eres un rey…
-Sheik, soy un Sheik, no creemos en reyes.
-Es lo mismo. ¿Qué te parece saquear Bajo Raíz a tus anchas?
-¿Y me la puedo quedar?
-Digamos que así es.
Los sueños del Sheik se hacían realidad, bueno eran sueños relativamente nuevos, nunca antes había pensado en gobernar Bajo Raíz, pero podría comprobar su superioridad con respecto a su hermano, y callar los rumores sobre su ineptitud. Sellaron el trato sin notario alguno, pero con las cláusulas suficientes para enloquecer al abogado promedio.
La muerte rondaba los dominios del Sheik, cualquiera podía sentirla, menos, claramente, él mismo. La fecha del trato se acercaba, y un nuevo ejército de los Tugereb se estaba formando, esta vez con algo de ayuda divina, o más bien, infernal, si es que los Tugereb hubiesen creído en el infierno.

lunes, noviembre 19, 2007

Novela Parte Once

Hola, días de calor, mucha pega, poco contacto humano que no sea pedir trabajo. Acá va la historia de Alex, un chico alienado en si mismo, versus enemigos reales que podrían arrasar la creación, pero son demasiado estúpidos para hacerlo.

Okey, no olviden darse una vuelta por www.aliciavampiro.cl necesito ayuda para orientar la página.



XI

Montegrande estaba cansado de llamar a su novia, ¿quién creía ella que era? No responder, a unos días de irse a vivir juntos, estaba indignado, pero no profundamente; estaba enojado porque la costumbre le indicaba que debía estarlo.
Abrió uno de los libros que el Chico Tortuga había traducido para él, era un tratado ruso sobre la ética durante la guerra, comenzó a transcribirlo en su computador, sería materia para su clase, la ética le preocupaba poco fuera de clases, pero dentro de clases era su materia, su cátedra. Exponía ejemplos del Quijote, Aristóteles, así también como imágenes religiosas, profundas, acompañadas de su enorme capacidad de aburrir al público, que parecía un signo de inteligencia para profesores y alumnos. Pero sin Alex, no podía hacer estas cosas, él lo agradecía, si Alex no tuviese la discapacidad que tiene, habría sido un hombre tan grande como él, pero a algunos les toca, a otros no, así es la vida. Esa era una excusa familiar, vieja y recurrente que solía usar su madre, para explicar porque querían más a su hermano que a él, ahora la usaba para disculpar sus propios vicios, es muy lindo ver como los valores familiares componen, al menos, una buena parte lo que eres.

Hablando de familias y familiares, no había una tan compleja como la de los dioses del desierto, a la cual Kilim pertenecía. De los ciento doce dioses que alguna vez conformaron el panteón de las grandes tribus, sólo cincuenta seguían con vida, y eran los más fuertes y durante eones habían sido los únicos detentadores del poder. No había nadie más pedante que su hermano mayor, Otorol, el dios del Gran Pilar; si supieran que el gran pilar fue derribado hace muchos años, cuando el imperio del desierto fue destruido por las plagas y las guerras, nadie le prestaría atención. Verán Otorol era vanidoso, extraordinariamente fuerte, y lo peor, lleno de seguidores, cosa que Kilim no tenía, ni ahora, ni nunca, excepto por un par de Floricultores beatos. Segundo en la lista de seres insoportable, estaba su primo, el dios dragón, Unilla, no era pedante como Otorol, pero era un sabelotodo, sus seguidores eran eruditos y estudiosos, es por eso que en Bajo Raíz hay un templo en su nombre, siendo el único dios del desierto permitido en la ciudad, y desde que eso había ocurrido, actuaba como un hombre de mundo, terminando su frases en idiomas extranjeros, haciéndose pasar como un Bon Vivant, pero a pesar de todo eso, eran de su sangre, habían nacido juntos. La verdad es que odiaba mucho más a esos otros dioses, aquellos que habían llegado después, los hombres de las tierras occidentales había traído a sus dioses del trueno, la sabiduría, el amor y cuanta cosa se les ocurría. Después otras razas trajeron sus propios dioses, los gusanos adoraban a Gullorin el Siempre Sagaz, dios de la inteligencia, los no muertos aman a Amilia, diosa de la belleza y la eternidad, los transportadores tenían una serie de dioses del camino, y los descansos, eran dioses muy prácticos para los sindicatos. Otros pueblos tenían dioses de todo tipo, había hace poco una tribu que vivía a los pies del Gran Glacial que tenía un dios dedicado exclusivamente al cultivo de hortalizas. Los familiares de Kilim se extinguían, eso era verdad, pero dos o tres de estos dioses estaban asegurados por el fervor religioso de los pueblos del desierto. ¿Qué otra cosa iba a hacer? Cuando no habían escuelas, salud, o posibilidad alguna de cambiar la vida del nómada, Así que los dioses del desierto se aseguraban de aparecer mucho, apresurar y provocar guerras. Kilim tenía un plan similar, uno que incluía derribar las paredes de Bajo Raíz, llegar más allá del río Estigia, aún más allá, hasta las puertas plateadas, extender el desierto. Para realizar este plan, ya había enviado sueños premonitorios al más poderoso Sheik del desierto occidental, en este sueño le mandaba la promesa de matar a la chica de la profecía, aquella que había huido hace veinte años, ella se sacrificaría voluntariamente, el primer paso de su Apocalipsis estaría dado. El siguiente paso lo dejaremos para después, solo podemos con una conspiración a la vez. Ahora Kilim ponía sus ojos sobre Montegrande, no sus ojos reales, que eran realmente del Decano, sino, ojos especiales, ojos de demonio. Escuchaba los pensamientos del hombre, él y no otro debía ayudarlo a enloquecer a su niña, esa que tiene la semilla para entrar en los cielos. Además había algo curioso sobre este chico, no sólo se había contagiado de la semilla divina que habitaba en la chica, también estaba contaminado de otra presencia, pero ni el demonio, ni el Decano sabían explicar que era.
-Debemos matarlo. – Dijo el Decano – Es un ladrón, un diletante.
-Lo mataremos, a su momento, verás, la chica debe entregarse por su cuenta a mi poder, debe rendirse, será este humano quien se encargue de destruir su moral, y lo mejor es que no necesitaremos hacer contacto con él, por lo que leo, ya está actuando a nuestro servicio, y por favor deja de hablar de matar, estas comenzando a asustarme un poco.
-¿Asusto a un dios?
-Demonio.
-Mejor aún.

Montegrande estaba ocupado ordenando el material para su cátedra, se sentía efectivamente observado, como si el peso de muchas miradas estuviesen sobre él, bueno no miles, pero exageremos en pos de una mejor narración. Volvió a llamar, pero nadie le respondía, quizás debía ir a ver al señor tortuga y ya.
Gabriela conocía bien a Alex, como lo hacían todos, y al igual que otros lo evitaba lo más posible, sólo para pedirle esto o aquello, pero le ponía nerviosa que su pareja pasara tanto tiempo con tal criatura; para Montegrande era justo, si ella no le contestaba, entonces podía ir a ver al monstruo que tenía por socio.
Después de su clase enfiló rumbo al departamento, subió caminando los tres pisos, hasta que llegó al lúgubre pasillo que abría el único camino para llegar donde Alex había hecho su guarida. Tenía llave de manera que simplemente entró, la escena hubiese impresionado, destruido, impactado, quizás, a cualquiera. Bueno, eso fue exactamente lo que ocurrió con él, cuando encontró al gusano discutiendo con el monje sobre la capacidad de los mundos para resistir paradojas temporales, y a su amigo, sirviendo mate a ambas criaturas, supo que el fin del mundo era posible, y simplemente calló sobre sus espaldas, cerró sus ojos y apagó el sistema. Si hubiese soñado, proyectar esos sueños hubiese sido un evento de Best Seller, pero esa tecnología no estaba inventada en ninguno de los dos mundos, al menos, según yo sé.

viernes, noviembre 16, 2007

La Triste, pero increible historia del niño tortuga y la chica pájaro

Hola, los saludo este día raro, con un episodio raro de la novela, este lo escribí integramente en el metro... llevo ya mucho avanzado de la segunda parte, no quiere parar esta historia.



X

Gabriela había salido, quería dejar el departamento, olía a Montegrande, su humanidad se había impregnado en todos los muebles, rincones y ventanas. Ahora huir parecía la opción más sana. Mientras devoraba un helado sabor chirimoya alegre, esperaba que ese cambio que le parecía amenazante hace unas horas, no tardase más, pero nada cambiaba, excepto quizás el hecho de que estaba envejeciendo, como todos los demás mortales, sin saber porque, y sin un propósito en la vida, algo que le parecía injusto y sin razón alguna.
Quiso en ese momento, y sin otro motivo que hacer su voluntad, levantarse, pero parecía pegada a la banca. Intentó nuevamente, pero encontró el fracaso, otra vez. Cuando intentó por tercera vez lo logró, pero destruyó parte de sus pantalones, dejando al aire un corazón, y una banana, que estaban dibujados en sus calzones. La pintura no estaba fresca, ni había explicación alguna, simplemente su ropa se había fundido con el asiento. Corrió asegurándose, también sin éxito, que nadie la viese. Si es que habían dioses en este mundo, todos parecían conspirar en su contra, cuando el cielo comenzaba a dejar caer una tímida llovizna de octubre.
Choa estaba en una esquina recuperando el aliento, y pensando que debía hacer, no tenía la fuerza para transportarse a Bajo Raíz o a cualquier otro punto, estaba viejo, pero no estaba listo para ser comida para los dioses, menos para uno tan antiguo como Kilim, era un duelo de senilidad. Intentó enderezarse tan alto como su joroba lo permitía, pero no alcanzó, ya que el atlético, pero no impresionante cuerpo de una chica pájaro chocaba con él.
Esto es una broma, se dijo Choa. Que había visto muchos seres vivos en toda su vida, pero nunca había visto un ser en estado de evolución. Uno no deja nunca de sorprenderse, se dijo a si mismo. Gabriela parecía agotada y sin fuerzas para levantar su propio peso, por lo que Choa hizo labores de caballero.
-Disculpe…
-Soy Choa, y no tiene que preocuparse por mí, me han golpeado de maneras mucho más dolorosas. ¿No le parece una coincidencia que nos encontrásemos en este plano, o mejor dicho, esfera?
-¿De que me habla? Perdone si lo lastimé, puedo darle algo dinero para que almuerce.
-No, yo soy un transportador, no como.
-¿Cómo es eso?
-No como, no lo necesito. Tengo más o menos energía según muchos factores, desde el clima, hasta mis estados de animo, es una cosa muy simple cuando se logra explicar bien, pero temo que no soy científico quántico. Lo que le puedo decir es que, no creo en las coincidencias y algo nos puso en el mismo camino; alguien esta conspirando.
-¿Conspirando? ¿De qué habla? Bueno, si está bien y no quiere mi dinero.
Gabriela apresuró el paso, Choa le dio unos metros de ventaja y comenzó a seguirla. Primero un dios y después un hibrido en evolución, este no era un día normal, bajo las circunstancias descritas, era mejor tomar el toro por los cuernos, que dejarse arrastrar por la corriente
Cuando llegó al edificio, nuestra chica pájaro intentó subir las escaleras, pero cada vez que daba un paso, se hundía en los peldaños, enterrándose más y más en ellos, hasta llegar a un punto de desesperación total, el cemento era una tumba acuática. Una ves que ya su cabeza estaba completamente cubierta de liquido, comenzó a ahogarse, respirar doloroso, pudo abrir los ojos, pero sólo para encontrar una bóveda negra, con pequeñas luces a lo lejos. Estaba en el espacio, o algo así, verán, uno sólo sabe del espacio por las historias de ciencia ficción, las que: A. Están limitadas por la ciencia que se maneja en esos momentos, o B. Inventan universos que luego definirán algún conocimiento científico, la visión que tenía en estos momentos cave más en lo segundo que en lo primero, pero encontraba poco de científico en ella, especialmente cuando se abrió lo que literalmente parecía ser una ventana en medio del firmamento. A través de la ventana volaban ciento dos pájaros negros, cada uno era una versión gargantuesca de un ave que ella conocía, incluso de quellas que sólo había visto en el Animal Planet, o el National Geographic, Los pájaros graznaban, cantaban, piaban y algunos incluso recitaban pequeños versos mientras se hundían en una segunda ventana que se abría casi justo bajo sus pies, por lo que pudo ver claramente los ojos del líder de la bandada. Eran ojos negros, profundos e inquietos. Miles de plumas rodearon a la chica, que se ahogaba, hasta casi perder el conocimiento, cuando sintió un olor pútrido, pero recientemente familiar.
Choa sostuvo en sus brazos a su ya dos veces socorrida nueva amiga, metió la mano en sus bolsillos y encontró una llave enumerada. La levantó y la transportó a su habitación. Ahí pudo descansar unos minutos. Por más que intentaba razonar sobre lo ocurrido, no podía, jamás había visto a alguien alterar la materia o la realidad de esa manera, ni siquiera los altos magos manejaban conjuros de esa magnitud. La joroba le dolía, el esfuerzo de sacarla de ese bolsillo dimensional había sido muy duro, claramente no estaba listo para volver a escena, pero tampoco estaba tan oxidado como él creía.
El teléfono sonaba, y el identificador mostraba el nombre de Montegrande, pero Choa no contestó, por muchas razones, pero la principal era su odio al aparato mismo.
-Despierte, por favor. – Rogó.
Nada ocurría y la fiebre da la chica subía, su piel se ponía antinaturalmente pálida, como la de un no muerto, y su aspecto estaba cambiando, su espalda comenzaba a mostrar dos grandes salidas de hueso, ella estaba evolucionando en otra cosa, necesitaban ayuda, urgentemente.
La mente de Gabriela ya no estaba en ese espacio oscuro, ahora se concentraba en los recuerdos. La primera infancia, la adolescencia, todas las épocas, buscando un recuerdo que le sirviera de salvavidas para esta absurda realidad, pero nada pasaba, absolutamente nada; su vida era normal, completamente normal, ¿a quién podía culpar? ¿A Montegrande, al vago de la plaza, a sus padres, o al calentamiento global? Quizás sólo estaba loca, y eso le hizo sentir algo más cómoda. Después de doblar por la última esquina de sus recuerdos, despertó, tan sólo para encontrar la soledad de su departamento, y una nota escrita en una horrible letra, “Fui a comprar leche y huevos”, firmaba, su servidor, Choa.

jueves, noviembre 15, 2007

Eride: Diosa de la Discordia

Éride

alguien dijo que personificas
la discordia.

hija de Hera y hermana de Ares,
del que eres una compañera inseparable,
ya que eres tú quien provoca las guerras.

besaste a la noche y fuiste también su hija, Nix, la noche

hoy yo mismo besaré a tus hijos Ponos, la pena; a Lete,
el olvido; a Limos, el hambre; a Algos, el dolor
y finalmente a Horcos, el juramento.

tu juzgas al amante Paris y al cruel Tanathos
el dolor que probocas es el verdadero
regalo del cielo,
pequeña hermana mía.

miércoles, noviembre 14, 2007

Novela Episodio IX: Cuando las cosas son feas y los héroes son aún más feos





IX

Antonin había visto suficiente, sabía que Kilim no iría directo hacía la chica pájaro, debía madurar sus poderes, debía volver a pensar como un dios. Los exiliados serían su presa segura, eso o cualquiera que este realmente vivo, aunque era duro de encontrar, habían unos cuantos que le servirían a su causa, y como no podía ir matando humanos antes de que el dichoso dios de los floricultores lo hiciera, cambiar el curso de acción era obligatorio.
Grushon no estaba al alcance de su telepatía, ¿y si su crimen fuera sólo matar al monje? Nada de eso, era un gusano, pero no tan gusano. Hizo túneles hasta llegar a la universidad, pero no estaba ahí. Quizás se había perdido, pobre monje, el pensamiento ambiguo de preocupación y alivio simultáneamente fue disipado cuando pudo leer nuevamente las ondas mentales del monje, y lo curioso que le parecía sentirlo junto a un gran vacío, como un vértice del pensamiento, una orilla de la razón. Es como si Grushon estuviese parado justo a un agujero negro; nunca, gusano o filosofo alguno había sentido esto, quizás habían dioses en este mundo también. Debía apresurarse.
Cuando surgió del subsuelo, encontró a ambos hombres, o niños, si se quiere, debatiendo sobre la mejor manera de preparar leche con frutas. No podía creer lo que ocurría, Grushon había encontrado un Generador de Mundos. Si esta historia seguía así, estaba dispuesto a salir de escena y pedir a la Liga de Exploradores, un descanso, de unos cien años.
Habían hecho su cuartel general en el departamento que Alex arrendaba a una tía lejana. No había mucho ahí, una cama, un refrigerador, una mesita de centro con veintidós libros apilados, otras quince especies vivas compartían ese departamento, pero no nos meteremos con ellos en esta narración, lo que sí les agregaremos un gusano gigante, un monje inocente, y mucha incertidumbre, además de un dolor de cabeza, profundo.
-Definitivamente eres un gusano. – Dijo Alex sirviendo un té a sus camaradas.
-Así es, compartes el don de la observación de Grushon.
-No, es que supe de ustedes hace mucho tiempo, pero pensé que estaba soñando. De hecho por alguna razón conozco cada lugar que nombran, incluso puedo leer el idioma de los monjes.
La preocupación de Alex era legítima, sin segundas intenciones, estaba seguro que él no tenía la menor idea de ser un Generador de Mundos.
-Mira – dijo pacientemente Antonin – tienes un talento único, o al menos raro, tu puedes soñar mundos, mundos que no conoces, tu imaginación ayuda a que estos mundos existan, los vuelve sólidos, les da razón.
-¿Quién soñó este mundo?
-Un habitante de Bajo Raíz, Adán, de la casa real. Él fue el primero en soñar este mundo. No te digo que lo haya creado, eso pasó mucho antes, lo mismo haces tú con Bajo Raíz…
-No sólo Bajo Raíz, puedo ver mucho más allá.
-Muy bien. Ese mundo que vez es muy viejo, mucho más que el tuyo, y está en peligro, por eso necesitaba quien lo soñara, para darle fuerza y consistencia. No todos los seres vivos están realmente vivos, es decir, todos respiran y ese tipo de cosas, pero en estos mundos esferas muchos viven ilusiones de vida, reflejos, cubiertos de grasa y barro. No es tu caso, tu puedes ver lo que hay detrás de las cortinas. Es importante que te quedes conmigo y después te vengas a la universidad.
-O al monasterio – intervino Grushon.
-Veremos que hacer. – Dijo Alex seguro, pero muy molesto. – Si tenemos donde ir.
-Es verdad. – Dijeron ambos viajeros al mismo tiempo.
El silencio gobernó la sala, como gobiernan los tiranos, con dureza, pero finalmente ternura, y soledad. Antonin, comenzó, por primera vez en su vida a sentirse responsable por otros seres. Ambos eran tan inocentes, tan notablemente limpios de mácula alguna.
-¿Quiénes son los exiliados? – preguntó Alex - ¿quién es Choa?
-¿Choa? – Repitió Antonin. – No lo sé, pero los exiliados, pues cada uno de ellos porta un parte del mundo, su energía, su lenguaje, hay muchos exiliados, pero sólo con seis le basta a Kilim para tener a fuerza para dominar su semilla y volver a ser un dios.
-Y destruir el firmamento.- Interrumpió el monje.
Esa sentencia de Grushon volvió a traer al silencio, fuera de la pieza, miles de hombres y mujeres, jugaban sus juegos, cantaban sus misterios bajo un sol que ignoraba absolutamente a sus hijos.

Para no ser ingratos: Lewis Carroll


Ya había hecho una bio de él en mi rush de bios, pero con esta estoy más conforme, y bueno, él hizo el primer Alicia y sinceramente le debemos el nombre para Alicia, la niña vampiro, so acá va la bio.






Charles Lutwidge Dodgson era el nombre verdadero del autor de las "Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas" (Alice's Adventures in Wonderland), y de "A través del Espejo" (Through the Looking Glass). Nacido en Daresbury, Inglaterra, era el mayor de 11 hijos: cuatro varones y siete niñas. A los 18 años, ingresó en la Universidad de Oxford, en la que permaneció durante cerca de 50 años, y en la que obtuvo el grado de bachiller y se recibió de preceptor. Fue ordenado diácono de la Iglesia Anglicana y enseñó Matemáticas a tres generaciones de jóvenes estudiantes de Oxford, y lo que es más importante, escribió dos de las más deliciosas narraciones que se han producido en el campo de la literatura.

Poco es lo que hay que decir, aparte de estos hechos, acerca de la vida del Reverendo Dodgson. Vivió 66 años tan tranquilamente como puede hacerlo cualquier otro hombre, y el trabajo y ocupación de su vida, así como su diversión favorita, fueron las Matemáticas. Padeció, de insomnios durante toda su existencia, y pasaba noches enteras despierto, con los arduos problemas matemáticos dando vueltas en su cabeza, y tratando de descifrarlos. Escribió diversos libros sobre la materia y el más interesante de ellos se titula: Euclides y sus modernos rivales.

Sus cuentos vieron la luz con el seudónimo Lewis Carroll. Quizá la razón de esto fuera su extraordinaria timidez ante las gentes, es decir, ante los adultos. Tenía pocos amigos en la plenitud de su desarrollo y crecimiento, y como era tímido, se retrajo de los adultos y creó sus amistades entre los niños, especialmente entre las niñas pequeñas; los comprendía perfectamente y era su natural y delicioso compañero. Fácilmente tomaba parte en sus juegos; inventaba siempre algunos nuevos y les contaba cuentos e historias.

La Alicia real y verdadera era la hija de su amigo el diácono Liddell, la cual, mucho más tarde, relató cómo esos cuentos caprichosos que aún deleitan a los lectores de todas las edades y de todos los países les fueron referidos a ella y a sus dos hermanas: "Muchos de los cuentos del Sr. Dodgson nos fueron contados en nuestras excursiones por el río, cerca de Oxford. Me parece que el principio de "Alicia" nos fue relatado en una tarde de verano en la que el sol era tan ardiente, que habíamos desembarcado en unas praderas situadas corriente abajo del río y habíamos abandonado el bote para refugiarnos a la sombra de un almiar recientemente formado. Allí, las tres repetimos nuestra vieja solicitud: cuentenos una historia, y así comenzó su relato, siempre delicioso. Algunas veces para mortificarnos o porque realmente estaba cansado, el Sr. Dodgson se detenía repentinamente diciéndonos: esto es todo, hasta la próxima vez; ¡ah, pero ésta es la próxima vez!, exclamábamos las tres al mismo tiempo, y después de varias tentativas para persuadirlo, la narración se reanudaba nuevamente".

Alice se publicó en 1864, y A través del espejo, en 1871. Ambas fueron ilustradas por el famoso dibujante inglés John Tenniel. Estos libros han sido posteriormente ilustrados por otros muchos artistas, pero los magníficos dibujos de Tenniel continúan siendo los favoritos. Otras publicaciones de Lewis Carroll son: La caza del Snark (The Hunting of the Snark) (1876) y el cuento poco leído Sylvie and Bruno 1889 y 1893.

martes, noviembre 13, 2007

Capitulo Ocho de la Novela

Gracias chicos por el apoyo, número ocho de la novela. Anoche tomé la desición de postear toda la primera parte, hasta el XXIX así que veremos mucho de la novela acá. Okey, también les cuento que preparo una colección llamada Caravana de Media Noche con material de tres escritores una historia de nuestra colaboradora Paloma Soto, dibujada por Oliver Contreras, otro episodio ilustrado por Kenshin y escrito por un nuevo escritor, y el cuervo de Poe dibujado por Peerro. Mientrás yo estaré escribiendo el tercer Alicia, y terminando esta novela. Quizás haga el tercer libro en prosa y no en poesía, ¿qué piensan?

Bueno los dejo con el episodio 8 y las locuras que trae... cada día estoy más seguro que esta novela me esta salvando la vida.


VIII

Gustav Gulhan de Checa, era de profesión contador, desde niño apegado a los números, de temprana edad fue un espectáculo andante, no existiendo para él número pequeño, primero en las escuelas primarias de Bajo Raíz, luego en las tierras vanas, a las que llegó huyendo de un príncipe no muerto que había puesto precio a su cabeza, ¿la razón? Nada sorprendente, números, Gustav había olvidado de enterar algunos billetes a las cuentas de su cliente, pues este no reaccionó bien. A Gustav no le quedó más que aprovechar la abertura hecha en el jardín de junto al de Alex, inventarse una identidad, partir de cero, un refugiado dimensional si se quiere.
Había sido una tarde sumamente pesada, sin almorzar, procesando números para idiotas que creen que entienden los números, y no se dan cuenta que estos están vivos, respiran, tienen su propio pulso, ningún humano ama bien a las matemáticas, pues ninguno ha visto jamás la quebrada de los números, el pozo decimal, los lugares en que el universo crea la matemática. Se sirvió una copa de oporto, y se sentó frente al televisor.
-Es un gusto verte otra vez Gustav – Dijo la voz desconocida del Decano/Kilim.
-No lo conozco, ¿quién es usted?
De pronto la habitación se llenó de fantasmas anodinos, que examinaban su entorno, ignorándose los unos a los otros murmurando cosas sin sentido, al menos para nosotros.
-Mi nombre es Kilim.
-¿El dios? De…
-Si, si, no lo digas, ese, pero ahora trabajo de demonio.
.¿Vienes por mi alma?
-No me interesa tu alma contador, por lo demás no sabía que tu raza tuviese una, jamás tuve contadores entre mis seguidores.
-No creo que vengas por una asesoría contable.
-Es verdad, no vengo por eso.
El Decano ya se estaba acostumbrando a la presencia del demonio, sus voces, la geografía de su pensamiento no le era extraña y cada vez estaba más seguro de compartir sus motivos, ser una deidad, tocar el infinito con sus manos.
Gustav yacía muerto en el suelo, la manos del Decano/Kilim estaban manchadas de sangre, no habían emociones por ese hecho, quizás algo de insatisfacción. El uno de ellos, ya había matado muchas veces, naciones enteras habían perecido bajo tormentas de polvo levantadas con sus manos, también había recibido sacrificios, no pocos. Y estaba por último el hecho de que un dios, para llegar a ser dios siempre debe destruir a uno anterior, en el caso de Kilim, había sido Arsenal, un pequeño dios de la guerra, nada complejo. En cambio el Decano, antes de ser llamado así era Antonio, y sólo era un humano, uno especialmente delicado, delgado, calvo, sin pretensiones, no sabía lo que era, pero no era un asesino. Este era un momento de exaltación, pero demasiado breve para su gusto, su entrada al mundo del crimen había sido menos pomposa de lo que podía esperar.
-Nos faltan unos pocos más. – Dijo Kilim.
-¿Podemos hacerlo más lento la próxima?
-Si gustas, sí. No me parece especialmente agradable el dolor, nunca fui un dios del dolor, pero es bueno expandirse a nuevas posibilidades.
-Bien. ¿Vamos por la niña?
-No, aún no, no tengo la fuerza para tomarla, necesito cazar a los exiliados primeros. No me envuelvas en tus ansias humanas.
Eso era verdad los pensamientos del Decano se filtraban en la mente del demonio, como un veneno, las mentes se fundían, él no podía entender porque una mente pequeña podía hacerle eso, quizás había algo en este humano, lo mismo que lo atrajo, un mal puro y en estado bruto, que ahora lo estaba dominando. Es curioso, pues él mismo nunca había creído en el cuento del bien y el mal, los dioses estaban sobre esa charla.
Salieron tan fácilmente como entraron, se entregaban a la electricidad de la noche con nerviosismo, emprendían el viaje al su siguiente exiliado, el extraño ser llamado solamente Choa.

Choa había sido, hasta entonces, el único exiliado que seguía yendo y viniendo a su tierra natal, un lugar innominado tan lejos de Bajo Raíz, que realmente a sus autoridades ni siquiera le interesaba. Era una colonia para sobrevivientes de la Epidemia Negra, una infección que había arrasado con la raza de Choa, tanto había sido su fatalidad, que antes esta raza era la tercera raza en poblar el universo conocido, después de humanos y no muertos, ahora eran unos pocos cientos. Choa ya no quería estar en la decadente colonia, así que abrió portales en distintos planos para ir y venir.
El carrito con cartones se detuvo al ver la delgada silueta del ser que se le aproximaba. En su mano derecha sostenía el rosario del dios Único, rezó un par de líneas, después se dijo, “¿qué estoy haciendo?” Comenzó a correr, tan veloz como su joroba se lo permitía, tras él, un demonio enfurecido. Choa concentró el poco poder que le quedaba y abrió un portal, este le podía llevar a otro mundo esfera, de regreso a su hogar, u otro punto que el inestable portal decidiera.
Kilim estaba frustrado, ya no sentía el alma de la criatura.
-No importa, hay suficientes exiliados. – dijo el Decano – quizás matar unos cuantos humanos convencionales nos sirva.
-No había pensado en eso, al parecer algunos de ustedes tienen un espíritu, una luz, casi como si estuviesen vivos, no todos, pero los que tengan nos irán sirviendo.

Choa estaba seguro de haber visto a Kilim detrás de esos ojos humanos, después de trescientos años de vida, estaba seguro de que cuando un ser como ese se te acerca, nada bueno podría pasar. Ahora, ¿dónde estaba? Miró la dirección de las calles, aún estaba en el mundo esfera, se sintió desilusionado, su poder casi se había evaporado, una pena. Su joroba le dolía, a pesar de la poca carga que llevaba. Respiró pesadamente, entonces, un dios había tratado de matarlo, eso si que era novedoso.
Simplemente se perdió en la noche, esperando salir de esta historia para siempre, pero eso, sabía muy bien, era ya imposible.

domingo, noviembre 11, 2007

La Triste, bueno ya saben lo que sigue.

Este capitulo marcó el que ya no pudiese volver atrás, los anteriores estaban sólo algo locos, estos de acá en adelante ya se desquiciaron. Los dejo con el VII y espero les agrade, dedicado a todos los que han apoyado que esta novela siga. Ya terminé la primera parte en el capitulo XXIX. Ahora empiezo la segunda parte.



VII



Alex estaba aún en la universidad, le permitían permanecer ahí hasta las once o doce de la noche, dependiendo del guardia, algunas veces simplemente se quedaba ahí hasta el otro día, atrapado no por el edificio, sino por un libro, una idea, o por el mismo, que era después de todo, su adversario más formidable.
Grushon se había separado de Antonin, mientras este atendía asuntos más delicados, la biblioteca le parecía segura, tomó un libro de Dumas, el padre, y se quedó ahí leyendo, mientras el personaje que él debía sigilosamente vigilar se aproximaba a él. Alex miró tranquilamente al joven monje, vio su nerviosismo, por dentro esbozó una sonrisa y entonces estuvo listo para hablar.
-Supongo que estás perdido. – Dijo con la calma de una montaña.
-¿Yo? No, no lo estoy, estoy donde debo estar.
-¿Dónde es eso?
-Aquí.
-¿Justo en este punto?
-Si. Quizás uno dos grados a la izquierda, pero era difícil, mira con este calor no sé como se concentran.
-¿Quiénes?
-Ustedes.
-¿Nosotros quienes?
-Ustedes los de la esfera. – Grushon llevó su mano a la boca.
-Ya bueno, ahora que podemos empezar a negociar, me presento, soy Alex.
-Soy Grushon, aprendiz de la Torre Púrpura.
-No tengo idea que es la Torre Púrpura.
-La verdad, nada, sólo un nombre. – Grushon estaba perplejo frente a este ser que no se sorprendía con nada, ¿serían todos los habitantes de la esfera iguales? Si es así, son una raza dura y valiente. – ¿Cómo supiste de nosotros?
-Bueno, no sabía de “nosotros”, sabía de ti, pero bueno ahora sé de nosotros, la mitad de las preguntas las contestaste, preguntarte fue mi única ciencia.
-Ah, apesta ser un monje de claustro en una misión de campo.
-Sí, me imagino.
-¿Cómo supiste?
-Por dos grandes principios, una, dejaste una libreta con anotaciones, diciendo quien eras y todas esas cosas. Y otra es que sacaste un libro Dumas, nadie saca a Dumas.
-Ah… eso pasa . ¿Y cómo entendiste nuestra simbología religiosa, es un lenguaje secreto y eterno?
-No sé, supongo que tiene que ver con que he escrito en ese idioma desde los trece años.
Un silencio de treinta y seis segundos pareció eterno para dos seres que no tenían la menor idea de la eternidad. De todas formas Alex tenía sumamente claro, lo que debía hacer, primero, era saber realmente que ocurría, no escuchar lo que este monje, que le recordaba mucho de sí mismo, le podía decir. Tenía que armar bien los fragmentos de este predicamento, pues debe haber uno, sólo se manda a los idiotas cuando los héroes son insuficientes. Además, por lo que podía observarse, nadie estaba muy seguro de nada, lo que generalmente parecía un grito para su intervención.
Por su lado Grushon comenzaba, por primera vez a respirar en paz desde que llegó a este mundo, o quizás y aún más radicalmente, por primera vez en toda su vida.
-Grushon, ¿de donde eres? – Dijo Alex, surgiendo de si mismo, por primera vez.
-De las montañas Bersher, donde comienza el río de sangre, ¿sabes donde es?
-Sí, al este de Vida Mar.
-¿Cómo?...
-No sé… de pronto supe.
Alex sentía un profundo dolor de cabeza, no era un dolor normal, ni siquiera podría ser clasificada de una migraña, era algo más, algo peor, pero conocido. Algo libre, a la luz, brillante, intenso, como si hubiesen abierto una compuerta dentro de su cabeza.
El monje y su recientemente descubierto aliado salieron por la puerta principal de la universidad. Alex permanecía callado, su cabeza armaba rompecabezas que no sabía que estaban ahí. Grushon también estaba entregado a la reflexión, la suya iba a la profecía, al rol que él y Antonin jugarían.
La profecía no era lo que nosotros podríamos esperar a este lado de la burbuja, no fue escrita por un gran profeta, ni dictada por un dios. Fue escrita, casi en su totalidad por un hombre llamado Karthabar-el-de-un-pie, un filosofo de la corte de Bajo Raíz, hace más de trescientos años. Su escritura fue accidentada, pues Karthabar no estaba muy contento con el encargo de sus jefes, escribir un texto sobre la posibilidad de la implosión del universo. La única posibilidad que vio el cojo, pero veloz hombre, fue imaginar que pasaría si un dios, ya caído, volvía a entrar a las puertas del cielo, y cobraba venganza, destruyendo lo que él entiende como un panteón que lo ha traicionado. ¿Ven lo que les digo? Lo que hizo Karthabar, fue escribir una novela, una muy buena por lo demás. En ella el dios Kilim, gran dios de las aves, las ilusiones, y bueno, también de los floricultores, cogía seis almas, de exiliados de este mundo para ganar poder, luego sacrificaba a su propia hija, o semilla, la idea no estaba clara; cuando ella viajaba al cielo, con los buenos dioses que rigen Bajo Raíz, era su alma la que entraba. Lo que viene después es obra de otro autor, ¿qué sucedió con nuestro amigo de una pierna? Pues en un extraño accidente fue devorado por uno de los cocodrilos de palacio. El autor que lo siguió fue Hy-del-gran-rostro, uno de los simios intelectuales de la ciudad rival de Bajo Raíz, la hermosa Anera. Su cierre de la teoría, y para darle un final de profecía, verán Hy era realmente un profeta, terminó el libro con una marea de fuego, destrucción y todo el infierno desatado sobre las bastas llanuras de este y el mundo burbuja. Si esto estaba escrito iba a suceder, ¿entonces que hacían aquí?

viernes, noviembre 09, 2007

La Novela

Pues continuemos con la novela más rara, descabellada y aliviante que he escrito, nunca la había pasado tan bien escribiendo una novela, me río, me inagino mundos, voy en el capitulo XXVI y acá los dejó con el VI.

He creado, sin quererlo, un nuevo mundo fantastico y muy muy ironico, que loco, debería estar escribiendo mis tradicionales obras, pero no puedo, debo escribir sobre este mundito raro...

En fin... espero les parezca, La Triste Historia del Niño Tortuga y la Chica Pájaro, continúa.... ¿quién lo diría?

VI

Gabriela había comprado un café hace muy poco, tenía intenciones de dormirse tarde, escribir quizás algo antes de tirarse en la cama. Se sentía pesada, como al borde de una enfermedad, quizás un resfriado en ciernes. Se quitó el chaleco, y luego la camiseta, se sorprendió con lo blanco que su cuerpo se estaba poniendo, siempre había tenido problemas con el color, pero se estaba tornando un chiste, casi podía camuflarse con las hojas en blanco que debían componer su próxima novela. El teléfono sonaba, pero ella sabia que contestar era una mala idea. Montegrande la había estado llamando desde hace tres días, el idiota esperaba una respuesta, una que ella no quería dar.
La televisión gritaba frenética, sobre riquezas, luego sobre moral, luego de solidaridad y luego sobre sexo. Impresionante, en dos horas habían sido dichas muchas palabras y realmente nada le hacía sentido. Como si ella fuese de otro mundo.
El timbre sonaba, ella no quería vestirse, así que abrió el portal a su dimensión, en asedio, Montegrande.
Habían estado juntos casi un año, pero se conocían desde hace tres. A ella le agradaba, no la pasaban mal, pero una vez ya se había enamorado de otro él, un él que ya no existía en este él. Y este él era realmente odiable, no sólo por este, su gentil narrador, si no por el resto de la universidad.
Se metieron junto a la cama, después de dos minutos y treinta segundos estaban viendo televisión otra vez, un documental sobre los pelícanos en las costas del sur, interesantes animales, podríamos escribir una novela sobre ellos, pero seguramente alguien ya lo había hecho; eso pensaba Antonin mientras escuchaba a los dudosos amantes.
Él hablaba mucho, sin duda, y ella callaba mucho, mal signo. Cualquier sombra de depresión que ponga en peligro la vida de la chica pájaro, podía ser criminal para los habitantes del universo. Si era necesario había que deshacerse de este humano. Bueno él no lo haría, su compañero tendría que hacerlo.
Gabriela se levantó de su cama, su espalda hacia una curva perfecta, que simulaba una media luna, o un arco tenso, eso pensaron los dos seres de sexo masculino que habían invadido el departamento. También pensaban en ella, ¿qué vivía dentro de su alma? Uno, nuestro amigo invertebrado, pensando en la razón, hasta ahora confusa y altamente obscura, de su viaje. El otro, pensaba en esa pregunta hecha hace una semana, si era posible teniendo a la chica viviendo con él, en su departamento, compartiendo su vida. Quizás la amaba después de todo, había descubierto este sentimiento, ¿una noche viendo televisión? Impresionante, lo grandioso de los medios.
Lo que ninguno de ellos podía, ni por lejos entender, como se sentía ella. Un sentido instintivo de la aproximación, si se quiere, le decía que estaba a las puertas de algo amenazante, irreversible.

jueves, noviembre 08, 2007

miércoles, noviembre 07, 2007

MITOS Y LEYENDAS: ZOANTROPÍA


Aspectos generales sobre la zoantropía










La transformación de humanos en animales ha sido en todo tiempo habilidad del brujo. En una u otra forma, y más o menos preferentemente según su vocación y aptitudes, se considera que el brujo tiene la capacidad de ser zoántropo.
Se supone que existen zoántropos desde que hay brujos en el mundo, y éstos habitan en él desde tiempos inmemoriales. Previo al descubrimiento de América, había en el continente brujos declaradamente zoántropos. Entre ellos hay diferencias cuantitativas, pero están unidos por el hecho de haber realizado un pacto con el diablo, que puede ser más o menos condescendiente con unos que con otros. La diferencia estribaría, única y exclusivamente en la calidad de las aficiones y en el mayor o menor poder que el brujo recibe de su patrono.
La zoantropía fue, sin duda alguna, uno de los primeros frutos de la superstición, hermana de la ignorancia de las arcaicas sociedades humanas.
La superstición trajo al mundo al hechicero, que es su ministro, su intérprete, su representante. Ya se considere a la zoantropía como una creencia en la transmutación de seres humanos en bestias, o como un género de locura que de ella se origina (la manía lupina, por ejemplo), ofuscó y aquejó en un principio, a latinos y griegos, a los pueblos de Oriente y con posterioridad a los de Europa. Las sociedades humanas padecieron en todas partes, extravíos de la misma índole. Los tenía el Nuevo Mundo al tiempo del descubrimiento. La conquista los halló en los bohíos y en las tolderías del aborigen y en los imperios del Inca y de Moctezuma. Después de la conquista florecieron en los nuevos pobladores, en campos y ciudades.
Cuentan las relaciones historiales de los misioneros, que en las regiones que vierten al Paraná y Uruguay, había una casta de indios que eran poseídos por un espíritu maligno, que los impulsaba a penetrar en pueblos a modo de perros rabiosos y hacer en ellos carnicerías. De repente, se apoderaba de ellos un furor irresistible y, con su arco y flechas, rugiendo como fieras mataban a la gente y se la comían. Se dice que solían vagar de noche por los campos como enajenados, tomando brazas de fuego con las manos, llevárselas a la boca y engullirlas sin que les hiciesen daño. Pasado el furor, no sabían qué era aquello que interiormente les motivaba a ejecutar cosas semejantes. Estos indios eran llamados apiocarés, que quiere decir hombres protervos o sin discurso [1].El licántropo, que de Europa se trasladó con los nuevos pobladores al continente de Colón, ha podido pasar a ser zoántropo con facilidad en su nuevo domicilio. Al pisar las playas de América, se encontró con un colega que le dejaba muy atrás en habilidades. En toda la región meridional del continente hubo zoántropos. En todas las costas bañadas por el Atlántico, el licántropo halló hechiceros o brujos capaces de tomar las formas de lobo o de cualquier animal feroz cuyos instintos y poder irresistible le conviniese utilizar para satisfacer sus pasiones o para la ejecución de empresas menos interesadas. En las regiones que se extienden del Amazonas hacia el Orinoco, salió el Tejoje a recibirlo. En las regiones que comprenden desde el istmo de Panamá hacia el Orinoco se topó con el Payé o hechicero que, como el Tejoje, sobrevivió a la entrada de los españoles y portugueses.
Las mitologías y las tradiciones indias son también una rica fuente de creencias vinculadas a la zoantropía. Los brahmanes habían sistematizado las primitivas creencias del pueblo y unificado toda aspiración fetichista, ya desde el zoomorfismo más elemental al antropomorfismo más perfecto. El vishnuismo, que por un lado humaniza y por el otro zoomorfiza todas las fuerzas de la naturaleza, agrupa estas primitivas creencias, las recopila literariamente y forma un cuerpo de doctrina cuyas avataras se narran las sucesivas transformaciones que sufre el divino Vishnú.
Para librar de la muerte a los hombres, Vishnú se encarna primero en tortuga gigante y, con su fuerza colosal, como lo hiciera Hércules, sirve de soporte al mundo; en el jabalí de dientes afilados que lo limpió de los peligros; y en el monocero o pez milagroso que dirigió el rumbo de la nave de Manú cuando éste fue salvado con los suyos del diluvio. Su transformación en Hombre León o Nurisnha le permite despedazar al demonio que acometía a los dioses. En sus transformaciones humanas, Vishnú es sucesivamente Rama, Khrisna y Buda, amén de simbolizar a todos los gurús o fundadores de sectas religiosas.
Algunos avatares de Vishnú, como Khrisna y Rama, aparecen en ciertos pasajes también con atributos bestiales, en especial cuando se ven obligados a luchar contra sus enemigos.
En el mismo espíritu que los avatares indias están las "transformaciones" de los antiguos egipcios: más allá de la muerte, el egipcio esperaba renacer o, mejor dicho, sufrir transformaciones a través de diversos animales sagrados, para volver por fin a su forma humana original, que guardaba celosamente gracias a los perfectos procesos de momificación. Durante el período de pérdida de su humanidad, en las sucesivas encarnaciones zoomórficas, debía luchar contra bestias fantásticas o impías que hacían de él su presa favorita. Estas fieras se representan en jeroglíficos egipcios como hienas, chacales y, principalmente, como lobos que pueden devorar la sombra material del individuo y hacerle imposible la resurrección.
Subyaciendo con la figura del zoántropo, como ocurre con la del vampiro, se hallan rasgos de erotismo perverso que, cuando se manifiesta en el hombre, llega a la consumación de los más horribles crímenes. Esta misma característica se da en los dioses: Khrisna es un dios báquico que corretea tras idílicas y voluptuosas pastoras, pero halla el verdadero goce cuando al fin lucha contra los reyes impíos y los despedaza. Rama, bajo la tutela de Hanuman, el dios mono, marcha al frente de su ejército cuando invade Ceilán y destroza alegremente los cráneos de los enemigos.
En la tradición bíblica, existe también algunos casos de zoantropía. Caín, tras haber asesinado a su hermano Abel para arrebatarle a su esposa Aclima -dicen los talmudistas-, vagó por las selvas llevando una vida errante, y que tan agudo fue su proceso de animalización que, años después, uno de sus nietos lo mató creyéndolo una fiera salvaje.


Teorías sobre la metamorfosis zoantrópica
Según el sacerdote Rosacruz francés Alphonse Louis de Constante –más conocido como Elifás Leví (1810-1875)-, clásico expositor de la ciencia oculta, expresa en su obra Dogme et Rituel del la Haute Magie que ninguna de las personas que supuestamente son zoántropos, saben qué es lo que padecen. Leví sostiene que ninguna persona habría sido muerta por un zoántropo sin herida de sangre; que ninguno de éstos, aun herido, habría muerto en el acto y lugar de la pelea; y que los individuos que se sabían zoántropos se habrían hallado siempre en sus casas, después de haber sido perseguidos, más o menos lastimadas, pero en su cuerpo antropomorfo. Un zoántropo, según Leví, es el cuerpo sideral (1) de un hombre cuyos instintos salvajes y sanguinarios representa el lobo. Penosamente duerme en su cama y sueña que es lobo, mientras el fantasma que lo representa, el animal, vaga por el campo. Se hace manifiesta la sobreexitación, próxima al sonambulismo, que ocasiona el pánico en los individuos que le contemplan, o la particular disposición de los campesinos a ponerse en comunicación con la luz astral (2) a cuyo favor se realizan las visiones y los sueños. Los golpes que recibe el zoántropo hieren a la persona dormida que representa; lo que se verifica en virtud de una congestión ódica (Od: Fuerza vital, que todo lo penetra y que de todos los cuerpos fluye incesantemente, a manera de dinamismo cósmico. Ódico: que incluye od o pertenece a él) de la luz astral, de una correspondencia entre el cuerpo inmaterial y el cuerpo material[2].Un erudito humanista de principios del siglo XVII, D. Jusepe Antonio González de Salas, concibió, disertando sobre zoántropos, una idea muy original. Así como parece haber hombres que se transforman en bestias, se planteó el hecho de por qué no habría de ser posible que las bestias, a su vez, se transformasen en hombres. Confiesa, no obstante, que antes de él, pensaron lo mismo Simónides y Proclo; pero González, según sus palabras, aún no había leído sus obras, cuando le surgió aquella inquietud, hallazgo que dio lugar a que ya por entonces "recelasen espíritus nobles y trascendidos" que viviesen entre la gente, lobos, asnos, cerdos y otros diversos animales en figura de seres humanos, pero con hábitos, actitudes, ademanes y rasgos fisionómicos que delataban su forma e índole natural. No debería sorprender, por tanto, la probabilidad de toparse con individuos que, después de verlos y hablar con ellos, y a veces de primera ojeada; se muestren irracionales; lo cual indicaría, para González de Salas, ser bestias con apariencia de hombres [3].

Esta supuesta habilidad de los animales de transmutar se puede apreciar en El Monstruo del Mar (The Sea Thing, 1939), cuento del escritor A. E. Van Vogt, donde un dios-tiburón adquiría forma humana para vengarse de un pescador que intenta matarlo de un arponazo. La mirada del furibundo tiburón-hombre despertaba una gran perturbación entre los personajes del relato, quienes intuían que aquel hombre ocultaba un ominoso secreto.
Leví desarrolla también una teoría muy similar a la de González de Salas. Según Leví, la fisonomía de cada individuo lleva marcado el sello de su instinto predominante. Esta circunstancia le predispone a transformarse, por medios adecuados, en el animal cuyo instinto manifiesta predominar entre las condiciones de su carácter. A unos instintos contraponen otros diferentes de igual o mayor eficacia, por los que los que son equilibrados o vencidos.
Si se es un perro –dice Leví- y se busca el amor de una gata, no se debe hacer más que metamorfosearse en gato por medio de la observación, de la imitación y de la imaginación, a través de la "polarización de la propia luz animal, hasta conseguir el equilibrio de la fuerza que obraba en sentido antagónico". La Polarización magnética puede efectuarse por medio de formas animales. Los magnetizadores dan al agua pura, por sola imposición de las manos, las propiedades del vino o de un medicamento. Los domadores de fieras dominan al león, superándole mental y magnéticamente en fuerza y bravura. Los animales son los símbolos vivos de pasiones e instintos de los hombres: el hombre tímido se convertirá en liebre, y el feroz, en tigre. Leví comenta que San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, desarrolla una gran potencia mágica ordenando a sus discípulos que vean, gusten y palpen las cosas invisibles. "El jesuita comunica la eficacia de sus principios a un conjunto de voluntades igualmente acondicionadas, y cada uno de los padres de la compañía es tan fuerte como la sociedad religiosa que integra, y esta sociedad es más fuerte que el mundo". [4]

Licantropía: la celebérrima forma de zoantropía
El licántropo no representa sino una de las variadas formas de zoantropía. Sólo que la licantropía vino a ser la forma clásica, la que preponderó en Europa, e hizo olvidar todas lasa demás de las que se revistiera el zoántropo. El patrono de los hombres lobo es Licaón, rey de Arcadia y de cuyo nombre se deriva el término.
Pausianas, Platón y Ovidio han dado distintas versiones de lo que le ocurrió a Licaón, pero coinciden en señalar que su gran arrogancia y presunción lo llevó a querer burlarse de Zeus invitándole a comer un guiso preparado con el cadáver de su propio hijo. Zeus, al darse cuenta del engaño, lo castigó transformándolo en lobo.
Plinio recoge a su vez en la Historia Natural el caso de un brujo llamado Domaco que por haberse comido el vientre de un niño, era transformado en lobo durante una noche de luna llena.
Nabucodonosor, rey de Babilonia, fue metamorfoseado en buey durante siete años, como castigo divino por haber sometido a los israelitas. La leyenda dice que cuando el rey de Babilonia recuperó la forma humana, sus uñas quedaron deformadas a modo de pezuñas de buey. Afectado por un trastorno cerebral, Nabucodonosor habría padecido la llamada manía lupina o insania lupina, extraña afección que tanto apasionara a médicos, teólogos y demonólogos. Santo Tomás sostenía que la transformación de Nabucodonosor sólo existía en su exaltada imaginación.
Pero más que un buey u otra figura animal, es la del lobo la que adopta quien padece la manía lupina; y es justamente esta figura la que da origen a su denominación en todas las lenguas europeas: werewolf, loup-garou o loup-varou (del latín lupus varios), garwall, lobisome, etc.
Poetizados los licántropos por Homero, Ovidio y Apuleyo, los hombres lobo han tenido siempre una característica: no hay folklore ni religión que no haga alusión a los avatares de los dioses y demonios en su transformación bajo un aspecto seductor, punitivo o triunfante. La fatalidad ha querido que esas amables fantasías sean a menudo tomadas al pie de la letra, habiendo dado lugar así durante el Renacimiento, a discusiones interminables, y tanto más inhumanas, ya que desembocaban en la ejecución de la pena de muerte de aquellas personas consideradas brujos, acusados de haber revestido forma animal.
En la antigüedad, las creencias estaban, por otra parte, escindidas respecto del carácter divertido o maléfico de las transformaciones animales. Al lado de los trucos y trampas que los dioses empleaban para seducir a los mortales, existían verdaderas víctimas maleficios de cólera celestial, como son los casos de los compañeros de Ulises y el del ya mencionado Nabucodonosor.
El caso más flagrante de licantropía es posible que sea, sin embargo, el de Osiris, que salió de los infiernos y, adoptando la forma del lobo, ayudó a su esposa Isis y a su hijo Horus en la lucha contra el tifón.
Durante la Edad Media, los hombres-lobo podían ser identificados según señales inequívocas, cuando su transformación no era evidente: por frecuentes contorsiones corporales o su andar felino, por la hinchazón de la cara, insensibilidad a los insectos y los parásitos, respuestas extrañas que no correspondían a lengua alguna conocida, punzadas de agujas sin que hubiera efusión de sangre, y el signo más verídico: los clamores de vientre.
Mediante estas señales, y principalmente debido a los clamores abdominales, cuenta Ramón Hervas Marco, en su libro Los Hombres Monstruo, que en el siglo XVII fue detenido un hombre llamado Giles Garnier. El propio Luis XIII siguió de cerca el asunto y cuando supo que sus corchetes (suerte de cuerpo policial) habían hecho que una zorra hambrienta devorara el hígado del desdichado sin que éste manifestara dolor, autorizó su proceso.
Probado que tomaba frecuentemente la forma de lobo para cometer asesinatos, Enrique Camus, conserje del rey, manifestó al tribunal que Garnier habría ido a una viña pocos días antes de Todos los Santos y allí había atrapado a una niña de doce años a la cual mató con sus colmillos y garras.
Según demostró la instrucción, pocos días más tarde de estos hechos, Garnier habría vuelto a atacar a otra niña para devorarla. Y ya la tenía bajo sus garras para despedazarla, cuando a los gritos de la desdichada acudieron unos vecinos y pudieron salvarla, aunque, aparentemente, bastante maltrecha. Después de la fiesta de Todos los Santos, estando todavía en su forma de lobo, habría devorado un muchacho y, posteriormente, ya en su figura humana, robando un niño y con la intención de comérselo.
Quemado vivo y echadas sus cenizas al viento, Garnier no parece ser el único loup-garou registrado en los documentos franceses.
Juan Grenier, un muchacho de quince años, fue también condenado al la hoguera acusado de ser un brujo lobo y de haber comido a varios niños, según testimonió Juana Garibauc, una muchacha de su edad que habría sido atacada por él.
Estando el diablo medieval representado por el macho cabrío, no es extraño que se considerase que Satán se posesionaba de los hombres tomando rasgos animales que simbolizaran la crueldad de sus crímenes. ¿Y qué animal más cruel que el lobo a los ojos de los aldeanos europeos?
Como escribe el demonólogo Lancre: "El diablo se transforma más a gusto en lobo que en otro animal porque el lobo es devorador y, por lo tanto, más dañino que otros animales. También porque el lobo es el enemigo mortal del cordero, en cuya forma fue figurado Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor...". [5] Príncipes y Varones de toda Europa creyeron firmemente en la posibilidad de que un hombre pudiese transformarse en lobo. Segismundo (1368-1437), rey de Hungría y líder del Sacro Imperio Romano Germánico, hizo que la Iglesia reconociera oficialmente la existencia de hombres-lobo durante el concilio ecuménico de 1414. Allí, se llegó a la conclusión de que, en efecto, había licántropos u hombres que, con la ayuda del diablo, podían transformarse en lobos. Se llegó a considerar inclusive, que era una herejía negar o no creer en la existencia de licántropos. En el siglo XVI, el fenómeno adquirió tales proporciones en toda Europa que la Iglesia romana decidió llevar a cabo una investigación oficial. Entre 1520 y mediados del siglo XVII, se enumeraron unos treinta mil casos de licantropía en Europa occidental, Serbia, Bohemia y Hungría.

El poder de las flores, o cómo Luciano de Samosata recuperó su forma humana
Durante la Edad Media, y aún la moderna, se generalizó en Europa la creencia de que las personas de ambos sexos podían, a favor de ciertos hechizos o por medio de un encanto, transformar o ser transformar o ser transformadas en aves o cuadrúpedos. En unos era temporaria, dependiente de su voluntad y para sólo cumplir sus designios, buenos o malos, y en otros fatal, ineludible y perpetua. Lo más común era la forma, hábitos, condiciones e instintos de ave de rapiña, de lobo, de búho o de gato (3).Algunos autores estiman que es bajo la fuerza de drogas poderosas que los hombres pueden transformarse en bestias, pero no coinciden en señalar cuáles pueden ser exactamente las hierbas que operan el prodigio. En cambio coinciden en señalar que determinadas flores son capaces de devolverles a su primitivo estado.
Antiguamente se creía que los pétalos de la rosa eran los que tenían la facultad de "deslobar" al hombre y, en las tradiciones modernas, esta misma virtud se atribuye a la flor del acónito.
El filósofo y jurista griego, Luciano de Samosata (125-192) relata cómo queriendo transformarse en pájaro, recurrió a las artes de una bruja tesaliana para que le preparase una poción adecuada. La hechicera equivocó la fórmula, y en lugar de pájaro, Luciano quedó convertido en asno, animal que simboliza a Príapo. Tras diversas aventuras bajo la figura asnal, Luciano pasó a ser propiedad de una mujer tan licenciosa como volcánica, que encuentra en Luciano al único remedio que puede apaciguar su apetito. Pero tanta es la perversión, que su ama llega a exhibirlo en público para que todos puedan ser testigos de las proezas del asno y de los goces de ella. Esta aventura termina cuando, descansando junto a su cama, Luciano advierte que entra en la estancia un hombre cargado de flores. Entre aquellas, distinguió rosas recién cortadas; al instante, saltó del lecho. Todos creyeron que se levantaba para bailar pero, recorriendo los ramos con su hocico, escogió rosas entre las otras flores y las devoró. Entonces, con gran asombro de los espectadores, la figura del animal se desvaneció; el asno desapareció y en su lugar había aparecido Luciano, de pie y completamente desnudo. Todo el mundo quedó desconcertado a causa de la metamorfosis asombrosa e inesperada; se produjo entonces un escándalo espantoso.
El incidente termina con la presencia del gobernador, que reconoce a Luciano y ordena que sea puesto en libertad. Y aquella misma noche, con sus mejores galas, Luciano se dirigió a la casa de su antigua ama. Cenó con ella, y ya avanzada la noche, llegada la hora de irse a la cama, se levantó y creyendo realizar una hazaña, se desnudó, estimando que así le gustaría más en comparación con el burro. Pero ella, viendo que Luciano no era más que un hombre, lo miró con desprecio y le dijo que se largara, a lo que Luciano le preguntó qué crimen había cometido para merecer semejante respuesta; a lo que ella respondió que no era él sino del asno de quien estaba enamorada, que era con el animal y no con Luciano con quien se había acostado, y que pensaba que todavía conservaba su "hermosa y buena pieza" que distinguía al asno. Luego de la metamorfosis, Luciano era, en opinión de su antigua dama, un mono ridículo.

Los hombres-tigre de Sumatra y el runauturuncu
En la selva virgen el hombre se encuentra tan cerca de la naturaleza y depende tan por completo de ella, que no puede menos que sopesar todos los fenómenos que observa. A medida que el tiempo transcurre, las generaciones de los moradores de la selva entretejen teorías y fantasías alrededor de los sucesos, que luego dan lugar a grotescas leyendas.
Pocas de las leyendas de Sumatra son creídas con más firmeza por los habitantes de la selva como la que se relaciona con los ngelmu-gadongan, es decir, con los hombres-tigre.
Según las tradiciones del distrito de Palembang, Indonesia, existen seres humanos que parecen completamente normales, pero que carecen del canal del labio superior. Estas personas, según las leyendas, tienen la facultad de convertirse en tigres. Algunos lugareños afirman que en la región montañosa, en las alturas de Dempo, se decía que existía una aldea habitada exclusivamente por hombres y mujeres tigre.
Cuando adoptan la forma humana, los hombres-tigre se conducen como cualquier ser humano común y corriente. Atienden sus campos y asisten a bazares a vender sus cosechas y a efectuar sus compras, y se casan con personas de los establecimientos vecinos.
Según los lugareños en cierta época del año, los tjindaku, abandonan su morada para dirigirse a sus regiones preferidas de caza. Si llegan a alguna aldea, ingresan a ella en forma humana, suplicando a los aldeanos que les permitan pasar la noche. En el caso de que el aldeano sea poco cauto y no observe que les falta el canal del labio superior, pagará muy caro su descuido: por la mañana los vecinos sólo encontrarán sus huesos, y no se verán señales de los tjindaku.
Las leyendas sobre los ngelmu-gadongan y tjindaku no sólo se limitan a Sumatra. Gente del este de Java parece haber escuchado la leyenda de los gadongan, pero sin la fórmula mágica. Según su versión, la metamorfosis de hombres en animales opera de forma inconsciente.
El misterio de la zoantropía ha poblado con sus creaciones también la selva santiagueña. En ella hay un mito al que los antiguos pobladores de la zona solían llamar runauturuncu. Este nombre está formado por dos palabras de origen quichua: hombre (runa) y tigre (uturuncu). Este indio-tigre es un brujo. Sin embargo, los relatos de la selva no descubren el secreto de su virtud. Se cree que pudo haber sido obtenido en pacto con el diablo (Zupay), debido a razones vinculadas a la venganza, o bien para poseer el vigor animal y la inteligencia humana.
Curiosamente, el runauturuncu ha sido inmortalizado por Alfredo Guido en el mural titulado "Las leyendas del país de la selva" (1938), que se encuentra en la estación Bulnes de la línea D del subterráneo de Buenos Aires.

Conclusión:
Es notable el hecho de que prácticamente no exista cultura alguna que no haya manifestado creer en la transmutación zoantrópica, hecho que lleva a reafirmar que todas las supersticiones populares tienen su equivalente en otras épocas y regiones, y que poseen un denominador común: la naturaleza desconocida.
La zoantropía nació en un mundo que no estaba regido bajo la lente de la razón, la que, a pesar de despojar al mundo de sus costados fantásticos y míticos, felizmente lo despojó también de la ignorancia. De esta manera, sabemos hoy que ese tipo de creencias estaban fundadas en la superstición y que en muchísimos casos eran producto de perturbaciones mentales, de la autosugestión y de la ingesta de drogas alucinógenas que inducían a aquellos que las consumían a creerse zoántropos: algunos licántropos, de acuerdo con relatos del siglo XVII, aseguraban, por ejemplo, que en realidad eran lobos, pero que su cabello crecía en el interior de su cuerpo. Ejemplos como éste ponen de manifiesto la importancia de la autosugestión en aquellos individuos declarados zoántropos.
La creencia en la zoantropía y sus derivados, han llevado a que a lo largo de la historia se cometan asesinatos brutales a mucha gente por el simple hecho de haber nacido con determinadas anomalías físicas consideradas rasgos distintivos de un zoántropo.
A pesar del empecinado esfuerzo moderno en erradicar toda posibilidad de existencia de seres zoántropos , ésta no ha logrado calar con suficiente hondura en la mente de muchos hombres, quienes mantenemos, en un rincón de nuestro entendimiento, algo de ese temor primitivo hacia lo desconocido heredado de nuestros antepasados, y que le da a nuestras vidas un matiz particular.


Citas y notas:

[1] Padre Antonio Ruiz de Montoya, Conquista Espiritual del Paraguay, Paraná y Tape, en Supersticiones del Río de la Plata, de Daniel Granada, página 418)
(1) Según las doctrinas de la magia, el fluido astral condensado en cuerpo astral es una de las grandes fuerzas de la naturaleza. Todo cuerpo emite este fluido, que permite las materializaciones de los cuerpos de los difuntos y de los vivos. Es el lazo psíquico que une el mundo material o físico, al mundo inmaterial o invisible (espiritual). El cuerpo astral durante la vida del hombre, está en él y fuera de él. Irradia en torno de él, produciendo emanaciones fluídicas. Puede proyectar fuera de sí, mediante una fuerte concentración de su voluntad, su cuerpo fluídico o cuerpo astral, en parte al menos, no enteramente, ya que eso implicaría la muerte. El hombre puede, de esta manera aparecer fluídicamente (o sea, en estado de cuerpo astral) a una distancia cualquiera del punto del que se encuetra. Puede también materializarse, es decir, aparecer revestido del cuerpo físico, y desde luego recupera hasta cierto punto todas las propiedades del cuerpo verdadero. (Ernest Bosc, La Psychologie devant la Science, en Ibid., p.416).
(2) La luz astral según las doctrinas de la magia, es la fuerza-substancia universal, de la cual son modalidades todas las demás fuerzas y substancias. Sigue casi las mismas leyes que la electricidad, una de sus manifestaciones superiores. Es la gran fuerza o corriente luminosa –de donde le viene el nombre-, que mantiene las atracciones armónicas entre todos los astros. La parte más elevada de la producción corporal viene a ser el cuerpo astral, es decir, la fuerza nerviosa que circula en el organismo, la cual, así es susceptible de condensarse como de dilatarse; y de tal modo que puede salir fuera del ser humano. Es una fuerza invisible, a la que vulgarmente se la denomina vida (Papús, Traité Methodique de Science Occulte, en Ibid., p. 422).

[2] Ibid., p.422
[3] Compendio Geográfico e Histórico del Orbe Antiguo, por Pomponio Mela, con nueva y varia ilustración; traducido al castellano por D. Giusepe Antonio González de Salas. Edición de Sancha; Ibid., p. 426
[4] La Clef des Grands Mysteres, por Elifás Leví en Ibid., p.427
[5] Ramón Hervas Marco, Los Hombres Monstruo, p.138
(3) "Otras veces, acabadas de untar a nuestro parecer mudamos (las brujas) de forma y, convertidas en gallos, lechuzas o cuervos, vamos al lugar donde nuestro dueño (el demonio) nos espera, y allí cobramos nuestra forma y gozamos de los deleites, que te dejo decir, por ser tales que la memoria se escandaliza de acordarse de ellos" (Coloquio de los perros Cipión y Berganza, por M. De Cervantes, en Supersticiones del Río de la Plata)

Bibliografía:
Granada, Daniel; Supersticiones del Río de la Plata; Editorial Guillermo Kraft, Buenos Aires, 1947 Hammerly Dupuy, Daniel; Por tierras de Gorilas, Antropófagos y Mau Mau; Editorial Hachette; Buenos Aires, 1958
Hervas Marco, Ramón; Los Hombres Monstruo; Editorial Bruguera, Barcelona, 1974
Jean Marigny; El Despertar de los Vampiros; Ediciones B, Barcelona, 1999
Rojas, Ricardo; El País de la Selva; Editorial Hachette, Buenos Aires, 1956
Saunders Nicholas; Los Espíritus Animales, Editorial Debate, Barcelona, 1996
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